sábado, 27 de julio de 2013

Cuando un blog crece...


Antes de empezar, me gustaría dar ánimos a todos aquellos que se han visto afectados, de un modo o otro, por la tragedia del tren de Santiago de Compostela. Y también dar las gracias a todos aquellos que han ayudado y han echo que esta tragedia no haya sido aún peor. Y por supuesto, dar gracias a los gallegos, que siempre están ahí, sin llamar la atención, pero en momentos como estos demuestran la grandeza de sus gentes. 


Esta es la entrada numero ochenta. Ya me conocéis, sabéis que me gustan los números redondos y que son entradas un tanto raras, o especiales, o fuera de la temática del blog. No iba entonces a ser diferente la entrada ochenta. Hoy os voy a hablar del blog, de lo que se cuece por sus adentros.

A pesar de ser un blog anónimo, a veces no me doy cuenta de la cantidad de gente que llega a leer esto, o la gente que puede llegar a leerlo en un futuro. Hace días, cuando llevé a escanear el dibujo que a día de hoy forma parte de la cabecera, con el nombre del blog ya pintado, me atendió una chica joven muy simpática. Al darle el dibujo, la chica lo ojeó y acto seguido me echó una mirada de incredulidad, añadiendo: "¿No serás tu la que escribes este blog, verdad? Lo leo siempre". Me quedé tan sorprendida que solo acerté a decirle que eso era de una amiga, que yo solo venia de mandada. Hoy, ya en frío y sin el pánico en el cuerpo, si me lees, chica de la copisteria, te mando un saludo y si, esa tonta que vino a fotocopiar el dibujo es la misma que escribe este blog. Y vive en la calle de abajo. Y si la saludas, no suele morder. Para su desgracia y para desgracia de todos. Menos mal que ese día, al menos, iba peinada.

Con esto, solo quiero que veáis que Internet es un pañuelo lleno de mocos y la realidad es esa parte donde nos vamos tropezando.
Pero seamos realistas. Esto engancha.
A mi me gusta mucho escribir el blog, pero a veces, tanto tiempo haciendo lo mismo te lleva a querer cambiar, a hacer otras cosas.
Y ahí estaba yo, un día de invierno en el que debería estar estudiando, con un catarro impresionante y escribiendo para el blog. Cuando me dije: "Tengo que poner fotos de las manualidades que hacía con mis niñas. Seguro que a alguna le sirve para hacer cosas con sus niños".

Sabéis que llevo meses dando la lata con que estaba preparando algo. Y es esa gran sorpresa que vengo anunciando a bombo y platillo. Una buena amiga que hice en Alemania no dejaba de repetirme: "En esta vida, todo es renovarse o morir". Siendo fiel a su palabra, yo empiezo nuevos proyectos.

El caso es que esa idea de colgar fotos de manualidades fue gestándose en mi cabecita, y una cosa llevó a la otra, esta a otra más, y a otra... hasta que aterricé en Youtube con muchas ganas y con ninguna idea de edición de vídeo, fotos, audio... A decir verdad no sabia ni abrir el trípode de la cámara. Pero me dije: "Nena, si hace dos años te hubieran dicho que tendrías un blog con un HTML con sus correspondientes CSS montados por ti uno a uno, ¿Te lo habrías creído? Y mira ahora".
Probablemente, si me hubieran dicho eso, hubiese contestado que narices era un HTML y un CSS. Pero el caso es que si pude hacer esto, ¿porque no podía probar con algo nuevo?

Sinceramente no pensaba que la cosa se iba a alargar tanto, pero invito a que cualquiera de vosotras coja una cámara y consiga que no se desenfoque, que haya la luz idónea, que le funcione el micro cuando tiene que funcionar... Las que me conocen saben que esto ha costado sudor y lágrimas.


Este nuevo proyecto, como ya he dicho, son vídeos. Voy a empezar a colgar tutoriales de manualidades, recetas de cocina y juegos, con la intención de que os den ideas para hacer cosas con vuestros niños. Espero poder colgar el primer vídeo pasado este fin de semana, cruzar los dedos, que esto de meterse en el mundillo de los vídeos y Youtube parece fácil, pero no lo es.

Pero hoy os dejo una avanzadilla...



Muchas gracias a todas las que me leéis, las que comentáis, y las que están detrás aguantándome las neuras. No me habría animado a hacer esto si no fuera por todo el apoyo recibido.

Y para terminar, voy a dar un consejo a las chicas que ahora mismo estáis empezando o pensando en empezar un blog, o cualquier cosa parecida:

HUID INSENSATAS! Todavía estáis a tiempo!

sábado, 20 de julio de 2013

La Cuentitis Aguda y otras enfermedades infantiles

Cuando estudias medicina, hay una asignatura obligatoria de 6 créditos que abarca la Cuentitis Aguda y toda la variedad de enfermedades pediátricas que la rodean.
Hace un año aprobé, a base de sudor y lagrimas, un máster en Cuentitis, así que os voy a ilustrar un poco sobre esta enfermedad tan poco conocida. 

Síntomas

Esta enfermedad suele mostrarse en cuatro variantes distintas, conduciendo de todos modos, al mismo diagnostico. Véase entonces: 

- La oreja explosiva

El niño alegará, repetidamente, que su oreja sufre un horrible y permanente dolor punzante. Es una de las variantes graves de la enfermedad, dado que el dolor varia de oreja según el momento en que preguntes. Ocasionalmente, origina sordera selectiva y/o incapacidad de movimiento. 

- El pedo atravesado

Se dice de esa variante en la que el niño en cuestión tiene un súbito y repentino dolor de barriga. Curiosamente, no hay aparición de diarreas ni de vómitos, pero el hambre del sujeto se mantiene o incluso aumenta a pesar de esa gran presión estomacal que sufren. Los síntomas desaparecen y vuelven a aparecer repetidamente a lo largo del día y según lo cercana que esté la hora de comer. 

- La cabeza humeante

En este caso, el niño se comportará de manera extraña, y agarrándose la frente con gran credibilidad, te comentará a base de susurros que le duele "muchísimo" la cabeza. Toda la cabeza, por dentro, por fuera y por cada uno de sus lados. Durante el transcurso de la enfermedad, pueden producirse lapsos de tiempo extensos de parpadeos lentos y imitaciones teatrales de ojos vidriosos. 

- El cuento chino

Esta es la más fácil de todas en lo que a reconocer los síntomas se refiere. Al niño en cuestión alegará que le duele "todo", entiéndase por todo, todas aquellas cosas que tu le preguntes que tiene. El infante, haciendo un sobreesfuerzo mental, concluirá su retahíla de dolores alegando que tiene "fiembre". 


Complicaciones

Como todas las enfermedades, la Cuentitis Aguda consta de varias complicaciones, a cada cual más preocupante. Estas complicaciones pueden llegar a que varias variantes se unan y creen una super enfermedad de riesgo mortal. Las complicaciones principales suelen ser:

- Aparición de los progenitores

En los pacientes graves de Cuentitis Aguda, el contacto directo o indirecto con los padres agrava la situación hasta puntos insospechados. Esta grave complicación puede producir gritos, lloros, berridos y pataletas extraordinarias. Durante estas crisis, por fortuna, desaparecerán todos los males, pero regresarán multiplicados por cinco en el momento en que los padres afirmen que el niño esta "enfermo". 

- Antecedentes médicos

Si el niño sufre frecuentemente otras enfermedades como gripes, fiebres, gastroenteritis o otitis, ten por sentado que las Cuentitis aparecerán mostrando la variante de síntomas parecidos a las enfermedades nombradas anteriormente. 

- Futura realización de eventos o actividades

Siempre y cuando el niño, en un futuro próximo que abarca desde días hasta pocos minutos, ha de ir a alguna actividad o celebración, siendo esta de ningún interés para la criatura, puede ésto estar precedido de la aparición de la enfermedad en cualquiera de sus variantes.

- Contagios grupales

Si en tu casa habitan varios niños, es posible que la Cuentitis se contagie de uno a otro con una rapidez pasmosa. También se han dado casos de contagios de padres a hijos o incluso de perros a niños. 


Tratamiento

Cada una de las variantes tiene un tratamiento distinto:

- La oreja explosiva

En este caso, lo más efectivo es preguntar repetidamente cual es la oreja que le duele. El siguiente paso es hacerle notar al niño que lleva diciendote que le duele una oreja o otra alternativamente. Finalmente, ponerle la chaqueta y llevarlo donde sea que tenga que ir. 

- El pedo atravesado

Esta requiere de una gran paciencia. Hay que tratar al niño como si sufriera la más grave de las gastroenteritis posibles, siguiendo las 5 normas de obligado cumplimiento:

- No comerás ni beberás nada que no sea arroz hervido y agua.
- No jugarás con demasiado movimiento.
- No saldrás a la calle por si aparece una grave diarrea.
- No te juntarás con tus hermanos o hermanas, ni hablemos de amigos, no sea que se de un contagio.
- Dormirás largo tiempo y visitarás el baño cada media hora aproximadamente cuando estés despierto. 

- La cabeza humeante

El dolor de cabeza se cura durmiendo en la oscuridad más profunda mientras los demás hacen cosas sumamente divertidas asegurando que el enfermo las oye.

- El cuento chino

Una vez el niño diga que se encuentra mal, pregúntale que es lo que le duele. Te dirá que le duele una parte de su cuerpo. Sea la que sea, pon cara de gravedad, como si te creyeras semejante cuento, y pregunta si le duele otras dos partes del cuerpo totalmente distintas. Por ejemplo: Le duele la cabeza? También le duele el pie y la barriga?
Cuanto te conteste afimativamente a los lugares que le has propuesto, pon cara de gravedad y empieza a enumerar todas esas cosas que no podrá hacer, que no podrá comer, y que no podrá visitar durante todo ese largo tiempo que tardará en curarse de tan grave enfermedad. Terminar esto con un "¿De verdad que te duele tanto?" con una voz dramática. Si sigue afirmando que le duele, proponer la cosa más aburrida del mundo "Pues a la cama, que si no no te vas a curar. ¿Que son las 4 de la tarde? No me importa, a la cama a curarse". 


Prevención

Siempre se dice que mejor prevenir que curar. En este caso, es muy cierto. Solo hay un modo de prevenir la Cuentitis, y es el no creerte la enfermedad y sobre todo, no aceptar la reincidencia. 

viernes, 12 de julio de 2013

La amiguita fantasma

Es un caso digno de estudio la capacidad de las au pairs para quedar como gilipollas con esa facilidad que solo nosotras tenemos. Que si, que muchas veces es culpa del idioma. Que también, otras veces es culpa de que los niños o los padres no se explican bien. Pero vamos a reconocerlo, desde el momento en que te haces au pair, la capacidad de meter la pata aumenta considerablemente. Y cuando se juntan todos esos factores, es cuando pasan situaciones como la que os voy a contar ahora.

Un nublado viernes de Mayo, mi niña mediana llegó del Kindergarten toda ilusionada diciendo que “Iiiivi” (tal cual pronunciado) iba a venir a casa a pasar la próxima semana. De lunes a viernes. Enteros. Para que nos entendamos; con noche incluida. Una vez superada la arritmia que esa afirmación me provocó, fui interrogando a la niña paso a paso. Despacito, para enterarme bien de los detalles. Y gracias a esa mezcla de castellano y alemán que la niña hablaba, entendí y deducí que esa tal “Iiiivi” era una compañera del Kindergarten, muy amiga suya (y al parecer de todos), que de vez en cuando venia a pasar unos días en casa, así en plan intercambio de niños, y que durante esa semana se hacían fotos para después contar lo que habían echo juntas delante de los otros niños.

A mi me extrañó, pero después de 5 meses en Alemania, cosas más raras había visto.

El caso es que ese fin de semana apenas vi a la familia, porque tanto ellos como yo teníamos planes. Pero el domingo por la noche, me crucé con los padres por la cocina a eso de las 11 de la noche y les solté un: “Mañana viene “Iiiivi” a pasar aquí UNA SEMANA ENTERA”.

Parece ser que ni el padre ni la madre notaron el temblor de mis manos o el pánico en mi voz, y tal panchos empezaron con comentarios del nivel de: “Ah, si, la mediana nos lo ha contado!”, “La ultima vez que vino “Iiiivi” nos lo pasamos muy bien”, “A la mediana le encanta que “Iiiivi” venga a casa”. Me pareció de una pachorra impresionante que me empaquetaran a otro niño así, de sopetón, una semana entera. Pero tal era la felicidad con la que hablaban de la susodicha “Iiiivi”, que cualquiera les decía nada.

Así me pasé yo la noche del domingo, pensando en la semana que me esperaba. Rezando para que “Iiiivi” ya fuera sola al baño, que comiera bien, y que por dios, no fuera uno de esos amigos terroristas que frecuentaban la casa. También me preguntaba como narices reaccionaria la madre de esa tal “Iiiivi” al ver que la que cuidaría a su niña era una española de 19 años que ni siquiera hablaba el idioma de forma decente.

Y el temido lunes llegó. Y yo preparé comida para 4 niñas, hice la cama de abajo de la litera de mi niña, pensé juegos para entretener a la pequeña para que no molestara a la mediana y a “Iiiivi”, dado que esta parecía tener una obsesión con esa niña desconocida.
A la 1 del mediodia, me tragué todo el miedo y me encaminé de la mano de la pequeña hacia el Kindergarten para recoger a la mediana y al plus que esa semana iba a tener en casa. Al llegar, y mi niña salió toda feliz, con un “Venga, vamos”.
Aquí ya me empezaba a oler que algo no iba bien. ¿Tanto hablar de la amiguita fantasma, y ahora se olvidaba de ella?

- Espera, que falta “Iiiivi”- Le medio grité a la mediana.

La niña me miró con cara de pero-que-dices-especie-de-tarada-mental, y yo, toda convencida, me giré hacia la profesora y le dije, con mi alemán macarrónico:

- Entschuldigung, wo ist Iiiivi? (malamente: Perdone, donde esta Iiiivi?)

La mujer levantó la ceja y de toda la parrafada que me soltó, solo entendí una palabra: “Rucksack” (mochila). Lo primero que pensé es que no había entendido nada, cosa bastante frecuente. Es decir, ¿de que mochila me hablaba ahora?¿Que Iiiivi esta yendo a buscar su mochila?¿Que a mi niña le faltaba una mochila? ... Así que le dije un inocente: 

- Wie bitte? (¿Como?)

A lo que la mujer, levantando más la ceja si a caso eso era posible, llamó a mi niña, abrió su mochila, y para mi asombro sacó esto:

Os presento a la famosa Iiiivi (también conocida como Eva), la mascota de la clase, en ese momento echándose una buena siesta después de comer.

Por si no os habéis fijado, es un peluche. Un maldito cerdo de peluche. Y hasta donde yo se, ni siquiera en Alemania los peluches comen, o molestan, o hablan, o duermen en la perfecta cama que esa mañana había echo.

Así que mi cara pasó del asombro a algo parecido a esto:


Por pura vergüenza, no les conté semejante confusión a los padres hasta pasados varios meses. Ese día el perro comió una buena ración de puré con "cocretas", deshice la cama y volví a meter las sabanas en el armario. Y aquí paz y después gloria.

Moraleja

Siempre, siempre, siempre, si os dicen que algo, o alguien, pasará una semana entera en casa, PREGUNTAR. Si algo os parece raro, PREGUNTAR. Incluso si no os parece raro, PREGUNTAR. Que no os pase como a mi, que en vez de salirme rana, me salió cerdo.


sábado, 6 de julio de 2013

Temas espinosos: La sobreprotección de los niños

Una de las cosas que a las au pairs más nos trae de cabeza es la sobreprotección de los niños por parte de los padres, ya sea física, psicológica o ambas.

La inquietud que te provoca que los niños se hagan un rasguño en tus horas de trabajo o que vayan sitios a sitios “prohibidos” de la casa, es un sentimiento muy incómodo y que muchas veces, te impide realizar actividades que harías si no tuvieras ese miedo a que al niño le pase algo. En otras palabras, la familia te contagia el miedo a que los niños sufran ningún daño: ellos tienen pánico a que sus churumbeles se hagan cualquier tipo de herida o sufran alguna caída, y eso a ti te lo transmiten en forma de miedo a deteriorar o perder tu trabajo si algo parecido llegara a pasar.

Normalmente, las principales responsables de todo esto suelen ser las madres de las criaturas, que también, por otro lado, son las que más culpables se sienten de tener que dejar a sus hijos con un tercero durante tantas horas: quizá por esa razón los sobreprotegen. Y esa ansia de protección, lo único que despierta en los niños es miedo e inseguridad: tienen miedo a caerse, a subir unas escaleras, a las películas de miedo, a trepar al columpio solos. Eso mismo les hace no confiar en si mismos, e indirectamente, cumple las peores predicciones: se caen, se hacen daño, y se asustan. Como podéis ver, es un circulo vicioso muy difícil de romper, y menos desde la situación de au pair, que por el simple miedo a que te culpen a ti, te sumas a esa rueda de miedos e inseguridades, inculcando indirectamente a los niños los mismos temores que les inculcan los padres.

Como he dicho anteriormente, se suele sobreproteger a los niños de dos formas distintas, que pueden estar directamente relacionadas, o no:

- La sobreprotección física

Es esa por la cual los niños no pueden hacer ningún movimiento ni ninguna actividad física, desde subir unas escaleras solos, hasta bajar por un tobogán.
En mi caso, durante mi estancia en Alemania, sufrí lo contrario a este fenómeno, dado que mis padres de acogida eran totalmente dados al echo de aprender de la experiencia, es decir: cayéndose, haciéndose heridas y probando cosas nuevas. Debo decir que a veces eso llegaba a un extremo que la que lo pasaba mal era yo, sobretodo cuando veía a la niña de dos años recién cumplidos bajando de una litera de dos metros de altura sin que nadie le echara una mano, sin nadie a su alrededor siquiera. Pero muchas de mis compañeras de viaje si que tenían niños muy sobreprotegidos físicamente: una de mis amigas tenia dos niñas, la mayor de las cuales, con 4 años, no podía subir las escaleras sola (lo tenia prohibido) si no era con alguien que la acompañara dándole la mano. Con casi 5 años. No la dejaban salir de casa con las niñas, ni siquiera a la panadería o al supermercado. La niña no podía usar tijeras ni cuchillos.
Podéis imaginar que con todas esas normas, y las que no conozco y que seguramente tenían, que cantidad de limitaciones tenia esta pobre chica para cuidar de los niños. Ni falta hace decir, que esa niña de casi 5 años, el único día que intentó subir sola la escalera, la madre la vió, y de tal berrido que pegó la mujer, la niña se dio un leñazo importante del mismo susto. Adivinar quien se llevó la culpa de que la niña se hubiera caído.

- La sobreprotección psicológica

Esta, por desgracia, si que la sufrí. Es esta por la cual, se permite a los niños tener comportamientos de una edad menor a la que tienen, o bien no se les deja hacer algunas cosas por “si les da miedo” o “porque no les gustará”.

Por daros un ejemplo, a mi niña de 11 años no la dejaron ver ninguna película de Harry Potter por si esta “le daba miedo y después tenia pesadillas”. Hasta el día que cumplió los 12 no la dejaron. Huelga decir que la niña no pasó siquiera miedo.
Por otro lado, esta misma niña no podía ir sola por la calle, nunca, bajo ningún concepto, por nuestro barrio. Parece ser que antes de que llegara yo, un hombre le dijo “Te quiero” (“Ich liebe dich”) en la parada del bus. Ella, que no tenia un pelo de tonta, se fue a casa corriendo y se lo contó a los padres, que como es lógico, llamaron a la policía y pusieron una denuncia. Hasta aquí, todo normal. Pues bien, lo que no era normal es que esta niña, desde ese mismo día, no la dejaban ir a ningún lado sola, fuera la hora que fuera. Teniendo en cuenta que ese hombre no vivía en el barrio (a pesar de ser conocido por ahí porque su hermana si que tenia ahí una casa), y que mi familia hizo correr la voz por todos lados que tuvieran cuidado con ese hombre, me parece absurdo inculcarle ese miedo a la niña tal y como lo hacían. La niña acabó con verdadero miedo a salir sola de casa por si encontraba a ese hombre. A pesar de ser las 3 de la tarde y estar las calles llenas de gente. Todo se hubiera solucionado mandando de nuevo a la niña a la calle el día siguiente a que eso ocurriera. Pero no lo hicieron. Y yo, como au pair, tenia que ir con ella a todos lados donde ella quisiera ir: a la biblioteca, a la parada del bus, a casa de la amiga X, al supermercado, al parque... Y muchas veces arrastrando a las otras dos niñas, porque lógicamente era mi tiempo de trabajo y no había nadie más en casa.
Otros ejemplos de los que tengo conocimiento que pasaban en otras casas, era por ejemplo, el echo de niños de por ejemplo, 5, 6 o incluso 7 años, se tengan que dormir agarrados de la mano de alguien, o con alguien a su lado. Y se les sigue permitiendo y consintiendo eso, de manera que por supuesto, solo empeora el asunto.



Creo que una de las cosas que deberíamos preguntar antes de elegir una familia, es que limites tienen los niños en este sentido: que se les permite, que normas de seguridad tienen. Y si hay la opción de preguntarle a la antigua au pair, no os cortéis. No os conforméis con un “normal”: lo que es normal para ellos, para ti puede ser excesivo. Incluirlo en vuestra lista de preguntas, la sopreprotección, en ninguna de sus variantes, es plato de gusto para una au pair. 

¿Vuestra familia sobreprotege a los niños?¿Preguntasteis esto en las entrevistas?