sábado, 31 de agosto de 2013

El doble rasero

Vayamos al grano:
Cuando eres au pair hay el rasero con el que se mide a los padres, y con el que se mide a la au pair. Y son pequeñas cosas... pero que joden.
Parecen tonterías, pero cuando eres una au pair, eso es la diferencia entre estar bien y tener un buen día, o que te lo jodan por completo.

Sabéis de que hablo, estoy segura:
Esas coincidencias curiosas de que si a una niña le duele la barriga al despertar, (vamos, que tiene cuentitis aguda) la reacción de los padres es la siguiente: se puede quedar en casa descansando si es miércoles o viernes, porque "tú estás en casa que no tienes clase", pero si es lunes, martes o jueves, que tienes clase, ale, pal' cole todo el mundo que no estoy para pedirme un día de fiesta en el trabajo.

Porque esa es su verdad: no tienes clase y por lo tanto, "nada que hacer". Y lo peor, es que eso los niños lo saben y se aprovechan. En mi casa alemana, casualmente, los dolores súbitos de barriga y cabeza, solo aparecían las mañanas de miércoles y viernes. O al menos solo esos días eran tenidos en cuenta.
Y por supuesto, estas cosas te joden el día, porque a pesar de que tu plan fuera dormir cuatro horas extras, siempre será mejor que quedarte al mando de un niño supuestamente enfermo.

También hay el doble rasero en cuanto a pataletas.
Que los padres te dejen usar cualquiera de sus métodos, no incluye el desvestiros a la fuerza si no les da la gana por la simple razón de que TU NO ERES SU PADRE. Hay cosas, que para bien o para mal, solo pueden hacerlas los padres: una madre puede usarte de diana con la zapatilla, pero si hace eso una niñera o au pair se juega una denuncia de las gordas y con toda la razón del mundo.

Por esa misma razón, no puedes comportarte igual que los padres, y eso han de entenderlo (aunque a veces no lo hacen). Desde el punto de vista de un padre, que lleva la autoridad y la legalidad de hacer lo que le salga de las narices pegada al lomo desde que el churumbel en cuestión hizo acto de aparición en el mundo, es complicado entender tu posición de sargento general en muchos aspectos.
Me parece perfecto que un padre deje a su hijo de 4 años tirarse por un tobogán de la piscina donde te piden que el niño tenga 8 años o mida 1'30, pero una au pair, lo siento desde el fondo de mi corazón, no lo hará porque si pasa cualquier cosa, ella se lleva una bronca/culpa/lo que sea exponencialmente mayor a la que se llevaría un progenitor en el mismo caso. ¿Porque? Por el doble rasero.

Otro ejemplo son las cosas que se hacen con los críos. Muchas familias infravaloran el esfuerzo de las cosas que haces con las niñas:
¿Que te has llevado a los tres niños a la piscina toda la mañana? ¡Anda, podrías hacerlo dos veces por semana!
Pero ir ellos los sábados, los dos padres con solo dos hijos porque el otro esta en clase de violonchelo... ¿Estamos locos? Eso es agotador.

Y todo esto es por culpa del doble rasero. Y es éste doble rasero el que tenéis que tener en cuenta a la hora de ser au pair, porque en menor o en mayor grado, va a estar ahí.
Tragar muchas de estas cosas es absolutamente necesario para una buena convivencia, siempre que esto no lleve a situaciones de abuso (que todas somos ya mayoricitas para distinguir entre explotar y convivir en armonía).

Así que no os fustiguéis, pero no os durmáis en los laureles. Como una buena au pair me dijo un día:

Para ser felices en ésto, tenemos que aceptar el doble rasero como compañero de viaje, pero nunca como guía. 

martes, 27 de agosto de 2013

La familia: Los niños (de 0 a 2 años) parte I

Es de sobras conocido que los dos primeros años de vida de un niño son los más importantes y influyen muchísimo en su carácter y desarrollo para las etapas venideras. También es cierto que durante estos dos años se producen más cambios físicos y mentales que en el resto del tiempo que nos queda.

Tu sabes que eso es así, y pensarlo no te tranquiliza precisamente cuando te haces au pair de un niño de esas edades.

Mucha gente se cree que estos dos años son una etapa es uniforme, y nada menos parecido a la realidad: un niño de 6 meses se parece a un niño de 20 meses lo mismo que un huevo a una castaña. Por esa misma razón, vamos a dividir esta etapa en dos partes (primer año, y segundo año de vida):

El primer año de vida

Este año se resume en cuatro factores predominantes: comen, lloran, cagan y duermen. Eso es así, y quien os diga lo contrario miente. Es más, si no hacen alguna de estas 4 cosas es el detonante de la preocupación paterna porque quiere decir que algo va mal, muy mal.
Como es de imaginarse, los principales quebraderos de cabeza al hacerte cargo de un niño de estas edades va estrechamente relacionado con éstas cuatro características.

El comer:

El primer año de vida es aquel por el cual los niños pasan de alimentarse exclusivamente de leche (ya sea materna o de formula) a comer alimentos sólidos (en su mayoría triturados). Lo ideal, si es que el niño no tiene algún problema, alergia, intolerancia o sabe Dios el qué, es alimentarlo exclusivamente con leche hasta los 4-6 meses, momento en el que se pueden empezar a introducir otros alimentos (según como el niño lleve su desarrollo y en función a como acepte dichos alimentos). Desde el punto de vista de ser au pair, es mejor la leche de fórmula porque la leche materna, a pesar de que la puedan dejar en la nevera, tiene un límite y el niño puede demandar más de lo que nosotras, por razones obvias, podemos ofrecerles. A partir de los 4-6 meses se van introduciendo alimentos tales como cereales, frutas, verduras, carnes, huevo, yogures... Como au pairs, todo esto debería ir a cargo de los padres dejándoos a vosotras en un segundo plano como meras acatadoras de órdenes. Al llegar al año el niño normalmente es capaz de comer una porción de alimento solido, normalmente triturado.

El llorar:

Si nunca habéis estado cerca de un niño de esta edad durante un periodo de tiempo largo (léase: días completos, semanas, meses), no os recomendaría que vayáis a haceros cargo de niños así por una simple razón: los niños lloran. Y si, lloran por todo: porque quieren comer, porque no quieren comer, porque quieren dormir, porque no quieren dormir, porque quieren salir de la cuna, porque quieren que les cojas en brazos, porque no lo quieren, porque se encuentran mal, porque les da la gana y quieren llamar tu atención... Es el único modo que tienen de expresarse y lo usan sin medida ni control. Eso, para una persona que no esta acostumbrada y no sabe a ciencia cierta que puede con ello, puede resultar muy estresante tanto para ella como para el bebé.

El cagar:

Reíros, pequeñas bastardas, reíros, pero no hay peor calvario que un bebé con diarrea o un bebé estreñido. Tanto una cosa como otra son bastante comunes en los niños tan pequeños. La diarrea suele aparecer relacionada con algun problema intestinal, como puede ser una gastroenteritis o que le haya caído mal algo que ha comido, mientras que el estreñimiento va más relacionado con la dieta, comúnmente a los cambios que se realizan en ellas, como puede ser la introducción de los alimentos sólidos a los 6 meses.
Cuando alguna de estas cosas sucede (y esto puede ser muy a menudo), el niño siente malestar y eso suele desencadenar lloros inconsolables (literalmente, nada se puede hacer para consolarlos), mal dormir y mal comer, lo que en su defecto a ti te provoca malestar, mal dormir y posiblemente mal comer. Y todo eso sin nombrar las posibles diarreas explosivas y similares... Eso ya queda fuera de lo aceptable en este blog en lo que a asquerosidades se refiere.

El dormir:

Hay muchas cosas que influyen en esto, pero el factor mas importante son las decisiones familiares. Me explico. En estos últimos años, esto del dormir se ha convertido en una especie de religion paterna y cada familia tiene su técnica y su manera de llevar las cosas; algunos duermen con el niño hasta que este cumple una edad concreta (el colecho), otros no duermen con él pero mantienen la cuna en la habitación, otros desde el primer día tienen una habitación independiente para el bebé... También depende de si el niño tiene tomas nocturnas o no, de si se da la vuelta o no... Después están las otras variantes como dejar al niño llorar y calmarse solo, o al contrario, atenderle inmediatamente. Si echan la siesta, si se les deja dormir a placer o tienen horarios de sueño...
En fin, como podéis ver, esto es muy complicado y completamente imprevisible si no lo sabes de antemano, por esa razón, una pregunta INDISPENSABLE cuando os vais de au pair con niños de esta edad es: ¿Como duerme el niño?¿Que técnicas usáis?
Otros asuntillos que os vais a encontrar en el dormir (o más bien el no dormir) es cuando les crecen los dientes. Horror. Dormir en ese tiempo sera un verdadero suplicio. También cuando los padres deciden quitarles las tomas nocturnas. Horror.
Y lo peor, por encima de todo, es la mala leche que gasta un niño que ha dormido mal.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Experiencias Au pair: IrePoppins y los adolescentes

Érase una vez una chica llamada Irene, que se fue de au pair por estos mundos de Dios convirtiéndose a día de hoy, casi dos años y medio después, en una au pair echa y derecha que se las ha visto de todos los colores. Y cuando digo todos, son todos: 4 familias y 3 países lo atestiguan.

Escribiendo la entrada anterior, recordé una tarde en la piscina, hablando con ella de lo que significa ser au pair de un adolescente, y pensé: "La de cosas que esta mujer podría escribir sobre los semihumanos estos!". Porque esta chica, ahí donde la veis, tiene un largo historial de adolescentes hormonados a su cargo.

Una cosa llevó a la otra, y aquí lo tenéis: ésta es su experiencia.

IrePoppins y los adolescentes

Hola, me llamo Irene aunque todos me conoceréis como IrePoppins en la red. Me paso el día cantando canciones Disney con la misma gracia que Karmele Marchante en "Soy un Tsunami", lo único que mi paraguas y el de Mary Poppins tienen en común es que son "Made en U.K" (lo juro,me lo he comprado por 4 pounds en Camden Town las Navidades que pude pasar en Londres) y lo mas importante; tengo un master con matricula de honor en esto de cambiar pañales y un doctorado en aguantar a "believers","directioners","ylamadrequelostrajoatodos".

Pero para que vamos a mentir, hasta la fecha he tenido mas experiencias con "teenagers" o como decimos en España "gente en la edad del pavo". Y aqui estoy para acabar con el mito de que "los adolescentes son mas fáciles".

Durante mi aventura francesa compartí casa con una niña algo vaga de 12 años. Era tan tan tan taaaaan vaga que suspendió muchas en el instituto y le pusieron un profesor particular privado que venia a casa 3-4 veces a la semana 1h. Como decimos en Málaga (una expresión que NO se puede decir delante de los HK) estaba muy "melofo". Ese hombre estaba destinado a ser el padre de mis hijos,el HD de mi futura au-pair... Tengo que admitir que fue mi mayor quebradero de cabeza durante toda mi estancia. Imaginaos un tío buenorro,simpático,encantador,que desprende feromonas masculinas por doquier solo con sonreírte,pero que viene a tu casa. Quiero aclarar que en realidad yo no tengo ninguna clase de problemas con los chicos (no soy nada tímida en ese aspecto), pero este hombre no era un tío que yo conocía en un bar o el primo de un amigo que comenzaba a gustarme. Era una situación complicada así que decidí pasar de todo; había mas franceses guapos por toda Lyon para jugármela solo por este. Diréis que fui una tonta,pero imaginaos que la cosa sale mal, íbamos a vernos las caras durante muuuucho. Con el tiempo mi HK se entero de que a mi me encantaba su profesor particular y decidió hacerse la Celestina.

Al principio (sin mi permiso por supuesto), le hacia preguntas impertinentes, poco a poco hasta que un día se le ocurrió preguntar si tenia novia. El dijo que no pero quiso preguntar por que quería saberlo (obviamente se estaba empezando a extrañar de tanta pregunta) y va mi HK y suelta: "Mi au pair quería saberlo".


Adiós mundo cruel.

Estaba planeando mudarme a Nunca Jamas desde ese momento. No hace falta decir que le eche la bronca de la historia de la humanidad a mi HK. Pero la cosa no acababa ahí. A partir de entonces, el profesor particular me miraba con otros ojos, lo que era una simple diplomacia, acabo en una amistad, un flirteo y comieron perdices y fueron felices. 

Por otra parte, una de mis HK tenia una depresión muy importante ya que había perdido a su padre el verano pasado. Realmente no necesitaba au pair por la edad que tenia, pero dado que su madre se pasaba todo el día trabajando quería que la niña tuviera una "presencia" constante en casa por si pasaba algo.


Una noche hice un babysitting ya que la madre fue a Praga a una comunión. Fui como cada noche después de recoger la cocina a acostarla y darle las buenas noches. Cuando fui a la habitación me encontré a mi HK echándose perfume. Aquello no tenia demasiada lógica ya que os recuerdo que se iba a la cama, a dormir. Después de preguntarle el motivo me suelta " Es que es el perfume de mi padre y así parece que no ha muerto". No sabia ni que decir la verdad, la acosté lo mas rápido que pude intentando evitar ese incomodo momento y me fui a mi cuarto a llorar un poco (true story).

Tengo muchas otras historias sobre adolescentes, pero os he querido poner dos ejemplos sencillos que aparecieron en mi día a día. Dos historias comunes y muy diferentes. ¿Os siguen pareciendo fáciles los adolescentes? No quiero decir con eso que ahora un niño pequeño sea mas fácil. Son simplemente diferentes y hay  que tratarlos como tal. Si eres au pair de un adolescente seras su ejemplo a seguir, su apoyo, su confidente y sobretodo, su amigo.

lunes, 12 de agosto de 2013

La familia: Los niños (a partir de 10 años)

Adolescentes... ¿Por donde empiezo a hablar de ellos?

El pensamiento adolescente se divide uniformemente en 5 ideas constantes:

- Tus padres y hermanos son el enemigo.
- Tus amigos son lo más importante del mundo...
- ... exceptuando el sexo, eso es lo más fascinante e interesante en esta vida.
- Ese cumulo de defectos y miembros amorfos que ves en el espejo es tu cuerpo.
- Nadie me entiende ni me entenderá jamás. Soy un incomprendido en esta vida. 

Si conoces a alguien que cumpla estas normas, y tenga entre 10 y 18 años, enhorabuena (o te acompaño en el sentimiento, que cada cual elija): tienes al prototipo de adolescente estándar entre manos. 

Ahora, a éste semihumano hiperhormonado, le ponemos una au pair. 

Muchas chicas solo quieren ir a familias donde los niños ya son grandecitos, lo que les hace encontrarse muchas veces con los famosamente conocidos en este blog como adolescentes porculeros. Creen que cuidar a un adolescente o un preadolescente es más fácil que cuidar a un bebé. 

Error. 

Con los adolescentes jamás tendrás problemas de cacas perdidas, no tendrás que salir a la calle con pañales o bragas de repuesto, las Barbies no estarán en tu repertorio de entretenimiento y no tendrás que superar las épocas del "NO" y del "¿Porque?"
Tampoco vas a tener que cambiar pañales, ni limpiar vómitos que por milagros de la gravedad han ido a parar encima tuyo, ni vais a tener berrinches de lloros y llantos con pataleta incluida en el suelo del supermercado o del parque.

Hasta aquí todo bien, ¿verdad? Irse a una familia con adolescentes es mejor que irse a una familia con niños pequeños.

Analicemos el tema.

Ser au pair de un adolescente consiste en que para él, de cara al mundo y a la sociedad tu no eres su au pair o su canguro, que él ya es mayor y no lo necesita, o en su defecto, eres la au pair de sus hermanos o hermanas pequeños, y por tu propio bien es mejor no llevarle la contraria en público en lo que a este tema se refiere. 
Cuando haces actividades con él y sus hermanos, como hacer peceras de papel, pájaros de cartón, o tartas y galletas, el echo de verle reír y pasarlo bien, es todo fingido: a él estas cosas ya no le gustan, solo las hace para estar con sus hermanos. Y tu has de hacer ver que te lo crees. 
No vas a tener berrinches; vas a tener discusiones con pies y cabeza, y has de ser listo para no perderlas, porque de ahí a perder toda tu autoridad va un paso.
Vas a tener que aguantar los humos, los cambios de humor y la mala leche que caracteriza esta etapa. 
En estas edades se producen muchos cambios: como he dicho, no vais a cambiar pañales, pero os pueden pasar cosas como ésta.
También hay que tener en cuenta que estos ya piensan con propiedad (la mayoría de veces), lo que hace que sus trastadas y sus cagadas sean exponencialmente mayores que con un niño pequeño. 
Y lo más divertido, vas a tener que hablar de novios y sexo, posiblemente en otro idioma, y dar consejos de madre.

¿Aún os parece que tener un HK adolescente es mejor que un bebé? 

Con todo esto, solo quiero que veáis que cada etapa tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, y cada una ha de pensar seriamente que le conviene, que prefiere o que está dispuesta a afrontar cuando busca familia.

En mi caso, aunque he hablado poco de ella en este blog, tenia tres niñas, una de las cuales, al llegar yo tenia 11 años y medio. Si, una adolescente en toda regla.
Cuando eres au pair de un niño de estas edades, hay dos opciones de relación que puedes tener con ellos: la de amigo y la de dictador. Yo, personalmente, os aconsejo que toméis el rumbo de la primera, por la simple razón de que los niveles de cabezonería y de rebeldía están a la orden del día en esa época, y enfrentarte a ellos no es la solución.

Lo ideal es encontrar un termino medio de amistad con autoridad. No os voy a engañar, no es fácil. Hay que ganarse su confianza día a día para que cuando le mandes hacer algo, lo quiera hacer y lo haga, porque si no lo quiere hacer llegarás a una discusión que creerme, querréis evitar.

Si vives un niño así, y tienes buena relación con el, tu función principal es convertirte en un sparring emocional y un modelo a seguir para él. Hay que pensar que con 11 años, una persona que está en la veintena te la imaginas ya vivida, madura y con experiencia en todos los factores de la vida. Al mismo tiempo, es alguien joven en quien pueden confiar, que lo tienes en tu casa a tu entera disposición y que te puede solucionar algún que otro problema.

Y lo más importante de todo: no son tus padres. Eso es algo importante porque en esta edad muchos de los problemas que se tienen es por no contar con los padres para que te ayuden, y la au pair es un termino medio entre padre y amigo. 

El problema aquí son precisamente los padres de la criatura. El echo te tener un hijo adolescente que no te cuenta nada, pero en cambio tener en casa a una chica (o chico) joven al que si que se lo cuenta todo, puede llegar a molestar a algunos padres. Desde mi humilde opinión, cuando vas a casas con adolescentes es importante preguntar a los padres que relación esperan que tengas con el niño: si quieren una espía, alguien que los controle y te pegue el chivatazo por detrás o similar, buscar otro sitio donde ir. 

Cuando yo me iba a ir a Alemania, no pensé en nada de esto, hasta que llegué ahí. Conseguí tener una muy buena relación con la niña mayor en poco más de una semana. ¿Porque? Porque la chica que tenían antes de mi (una amiga de la familia que solo estuvo 3 meses para ayudarles con la mudanza principalmente) la trataba como una niña pequeña, y yo empecé desde el primer día a tratarla como una adulta. Hay que saber encontrar el momento de tratarla como un niño y el momento de tratarla como un adulto, ese es el secreto para tener una buena relación.
El caso es que a partir de ahí me convertí en un saco de boxeo emocional para ella: me contaba sus problemas, lo que pensaba y lo que la preocupaba. Por no decir que empezó a imitar algunos rasgos de mi forma de peinarme y mi forma de vestir y leía y estudiaba conmigo.
Y en todo eso, me gustó mucho la actitud que tomaron los padres: confiaron plenamente en mi. Les gustaba que la niña me tomara como ejemplo y por encima de todo, les gustaba que me contara sus problemas, a pesar de que ellos no supieran nada, consideraban muy importante saber que su hija tenia a alguien que le ayudaba como un adulto y le moderaba comportamientos y actitudes, aunque como ya he dicho, ellos no se enteraran.

Con el tiempo, me convertí en un juez imparcial, la moderadora y la persona de confianza para los dos bandos. Os voy a contar un par de ejemplos:

La primera vez que me vi metida en un problema con la niña fue por un tema muy absurdo: el bocadillo que se llevaba al colegio. La madre había encontrado dos bocadillos tirados a la basura porque al niña no se los comía, y quiso hablar con ella, lo que terminó con la niña cerrada en banda y la madre cabreada como una mala cosa. Y sin quererlo ni beberlo, me vi metida en el ajo. La madre me pidió si podía hablar yo con la niña, para hacerla entrar en razón. Y eso hice. ¿Que pasaba? Que todos los niños de su clase llevaban pan blanco y le daba vergüenza ser la única que llevaba pan del integral. Una tontería como una casa, pero la niña no quería contárselo a su madre. Después me fui a hablar con la madre y le dije que la niña se comería el bocadillo si lo preparaba con pan blanco. Y se solucionó el asunto. La madre no me preguntó nada sobre lo que habíamos hablado yo y la niña, porque ella misma me dijo que no quería que yo perdiera la confianza con la niña contándole a ella sus cosas. 

A partir de ese día me usaban como juez imparcial para mantener la armonía familiar.

Hasta que la niña se echó "novio". Yo ya sabia de su existencia hacia semanas, hasta que un día la niña había quedado con él para ir a dar una vuelta, pero le dijo a su madre que iba con una amiga. Pero esa amiga llamó para quedar con ella esa misma tarde, cuando ella estaba en el cine. Y la madre y el padre se pillaron un berrinche impresionante. Cuando yo llegué a casa la niña estaba en su habitación llorando y los padres cabreados abajo en el salón porque la niña no les quería decir con quien había ido al cine. Que conste que yo no sabia nada de esto. Fui a hablar con la niña a ver que había pasado, y me contó que había ido con su noviete al cine. Al bajar, la madre solo me dijo una cosa: ¿Tengo que saber algo importante o esto es algo normal?. No me pidió que le contara nada más, confió en mi buen juicio para decidir si la niña hacia algo de lo que ella tuviera que preocuparse. Al cabo de dos semanas la niña le contó a la madre que tenia un "nuevo amigo". Y la madre ató cabos. Ese día a la hora del desayuno se pasó un buen rato hablándome de la tontería que la niña tenia encima con todo eso del "nuevo amigo" y de lo inocente que era si pensaba que ella no sabia que de amigos, nada. Lo que no sabia era que la niña le estaba escuchando desde arriba de las escaleras y el echo de que yo no le contara nada más a la madre nos ayudó a todos a seguir en armonía y que la niña confiara todavía más en mi.

Y toda esa confianza llegó al momento culminante cuando la niña quiso hablar de sexo conmigo. Os juro que a mi eso de asumir con 20 años el papel de madre en estos temas, no me gustó lo más mínimo. Pero esas son las cosas que pasan cuando eres el au pair de un adolescente, que tienes que ser el que modera sus actitudes y pensamientos como la persona supuestamente madura y estable que eres. 

Esto, en cualquier caso, no es lo más complicado. Si tu quieres un trabajo de 6 horas diarias y después cada cual por su lado, no vayas a casa de un adolescente. Con un chico de esta edad tu horario laboral es distinto y muchas veces vas a tener que echar "horas extra", a pesar de no ser exactamente eso lo que haces. Me refiero a por ejemplo, a ver con él una película el sábado por la noche si estas en casa, con un cubo de palomitas y otro de patatas fritas. A hacer una mini fiesta de pijamas con ella. A llevarla de compras o al centro a comer una crep. Todas esas cosas que harías con un amigo, pero ese amigo es parte tu trabajo y tiene unos 10 años menos que tu.

Como podéis ver, no es ni tan fácil ni tan bucólico como te lo pintan eso de irte a casas con niños ya crecidos, que eso de que solo vas a cocinar y de chófer no es verdad. Todas las edades tienen sus complicaciones y es bueno poner todas las cartas encima de la mesa antes de irnos a cualquier lado.

Y vosotras, ¿iríais a una casa que tenga niños adolescentes?

viernes, 9 de agosto de 2013

Eres un mal padre, pero tu hijo te quiere.

Desde que descubrí el mundo de los au pairs, mucho antes de aterrizar en mi nueva casa alemana, vi que un factor común en los padres que tienen au pair es la culpabilidad. Lo digo así en general porque se sienten culpables por muchas cosas, muchísimas, y no se dan cuenta de lo que se están perdiendo por ello.

Lo más curioso es que la mayoría de veces los progenitores de las criaturas se sienten malos padres por cosas que no tienen sentido, y hacen otras muchas que si son de mal padre o madre con toda la tranquilidad y sin añadir ni un poquito de mala consciencia a su cuerpo.

Por todas estas razones, he decidido hacer una lista de estas que llevan el titulo de "Alguien tenia que decirlo", porque es lo que pensamos la mayoría de las au pairs (ya que estamos en casa y vemos la realidad de esa familia) sobre la culpabilidad de los padres:

No eres un mal padre cuando:


  • En vez de llevarte a tu hijo al parque te lo tienes que llevar al supermercado a hacer la compra.
  • Has de contratar a una tercera persona para cuidar a tus hijos porque trabajas y no puedes estar en casa con ellos.
  • No puedes recoger a tus hijos del colegio.
  • No conoces muchos de sus gustos o habilidades.
  • No puedes cenar con ellos todos los días.
  • No sabes las costumbres que tus hijos tienen con la au pair o no entiendes muchas charlas porque no han vivido contigo las cosas de las que hablan.
  • No has enseñado a tu hijo a andar, hablar, nadar, a ir en bici...
  • No has podido amamantar a tu hijo hasta el año y medio de edad.
  • En vez de vivir cosas con los niños te conformas con escucharles cuando te lo cuentan.
  • No has estado cuando a tu hijo se le ha caído el primer diente. 
  • No los llevas cada fin de semana al zoo, a la piscina, al parque infantil...
  • No conoces a la mitad de los amigos de tus hijos.
  • No eres el que mejor conoce a tu hijo.


Eres un mal padre cuando:


  • Contratas a una tercera persona para cuidar a tus hijos las mañanas del fin de semana solo para poder dormir o leerte el periódico con tranquilidad. 
  • Dejas a tus hijos en manos de otra gente en tu propia casa en tus días libres.
  • Ignoras las llamadas de tu hijo porque no quieres estar con él y ya lo está cuidando otra persona.
  • Prefieres irte a jugar todos los sábados al fútbol con tus amigos en vez de estar con tus hijos a pesar de ser el único día que puedes estar con ellos.
  • No les haces caso cuando te cuentan lo que han echo durante el día.
  • No valoras sus éxitos, ni les das importancia cuando te cuentan lo que han logrado hacer, por muy tonto o simple que te parezca lo que te cuentan.
  • Infravaloras lo que tus hijos hacen, pero no haces ningún esfuerzo por ayudarles a mejorar porque ya lo hace otro.
  • Te enfadas porque tu hijo reclama la atención de la persona que lo cuida en vez de a ti, a pesar de no hacerle caso la mayoría de las veces.
  • Les consientes malos comportamientos porque no les quieres reñir durante el poco tiempo que están contigo. 
  • Les rompes las rutinas que tienen establecidas con esas terceras personas que lo cuidan por tu propia conveniencia.
  • No compartes sus juegos ni participas nunca en ellos.
  • No te preocupas por conocer sus gustos.
  • Les enciendes la TV para no tener que aguantarlos porque estas cansado.
  • Les consientes todos sus caprichos porque así te quitas la culpabilidad por todo lo anterior.


Me gustaría que muchos padres leyeran esto y se dieran cuenta que no por trabajar son malos padres, que por no estar con ellos las 24 horas son malos padres, y por nada del mundo son malos padres por contratar una au pair para que sus hijos estén bien atendidos porque ellos son incapaces de hacerlo solos por cualquier motivo. Que su hijo disfruta y es feliz cuando lo llevan al supermercado porque no ha podido hacerlo en otro momento, solo por el echo de estar en su compañía. Que le da igual que no esté para cenar mientras que cuando llegue le lea un cuento de 5 minutos y le de un beso de buenas noches (que cuesta bien poco). Y que da igual que no hagan cosas divertidas todos los fines de semana, que estar en casa pintando o haciendo una tarta también es muy importante para los niños.

Pero también me gustaría que esos mismos padres supieran que sus hijos no los van a querer siempre solo por el echo de ser sus padres, que el amor no se compra y se lo tienen que ganar día a día desde que su hijo es pequeño. Que todos esos desplantes les van a pasar factura en un futuro, cuando su hijo sea mayor. Y que su au pair, esa chica que cuida a sus hijos mientras ellos pasan de todo, duermen, o están en el sofá viendo la tele solo quiere echarle encima a su hijo, que lleva horas llamando a su padre, y decirle:

Eres un mal padre, pero tu hijo te quiere, aprovéchalo ahora que aún puedes.

Pero como ella no te lo dirá nunca, os lo digo yo en esta entrada.

sábado, 3 de agosto de 2013

Temas espinosos II: Miedos

Todas las que hayan sido au pairs podrían escribir una lista sobre los miedos que tenían sus niños, que depende del churumbel en cuestión, pueden ser muchos y muy variados.

La mayoría de padres, y por ende la mayoría de au pairs, somos, sin darnos cuenta, los que potenciamos esos miedos y hacemos que cada vez sean más notorios. Ya sea por ahorrarnos un drama, para no oír lloros, o para no ver "sufrir" al niño, les reforzamos esos miedos protegiéndolos de ellos. Muchas veces esta protección la hacemos sin darnos cuenta, con gestos inconscientes.

Con todo esto, no estoy diciendo que un niño no pueda o no deba tener miedos, o que nosotros debamos aterrorizar a los críos para enfrentar-los a ellos. Pero estaréis de acuerdo conmigo en que hay miedos y miedos, y solo debemos permitir aquellos que sean justificados o que tengan una base por alguna experiencia anterior que ese niño ha vivido. Aún así, debemos intentar que superen ese miedo, porque esto no es una cosa que se vaya con los años.

Todas las personas tienen miedos irracionales como puede ser el miedo a volar, el miedo a las alturas, el miedo a la oscuridad... Y estaréis de acuerdo conmigo en que es mucho más complicado quitar esos miedos una vez el niño crece, que cuando son pequeños.

En los niños, es muy común ver como un miedo que tiene el padre o la madre, se hereda al hijo por el comportamiento de estos, o que un simple desagrado se convierta en miedo por el refuerzo de los adultos frente a él.

Un claro ejemplo de todo esto, es el miedo a los perros. ¿A cuantos hijos de padres con miedo a los perros le gustan los perros, o no le tienen miedo? A causa del comportamiento de los padres frente a ese miedo el niño desarrolla ese mismo comportamiento.
Después está el echo de que al niño le desagraden los perros. No es nada malo, nadie esta obligado a que le gusten los perros. El problema está en, por ejemplo, cuando el niño se te esconde detrás de ti porque ve a un perro, y tu le alejas de ese perro con la mano. Ese simple gesto es un refuerzo positivo a su miedo. Cruzar la calle al ver a un perro porque sabes que al niño no le gustan, es reforzar ese comportamiento. Ir a casa de un amigo que tiene perro y hacerle encerrar/atar al perro porque al niño le dan miedo, es lo mismo que decirle al niño: "el perro te va a hacer daño, por eso le digo que no se te acerque". Hay que evitar estas reacciones porque no le estamos haciendo ningún favor al niño, ni al adulto que será en un futuro, ya que un perro raramente le hará algo a un niño, pero muchos perros reaccionan mal cuando un adulto les muestra miedo, porque lo toman como una amenaza, y eso si que puede llegar a ser un mordisco el día de mañana.
Otra forma de que los niños cojan miedo a los perros son las frases absurdas que les decimos para que no toquen a perros desconocidos, véase los "No toques a ese perro que te va a morder", y derivados. Se puede educar a los niños para que no vayan a echarse al cuello de todos los perros, pero sin meterles miedo. Se les ha de enseñar que antes de tocar a un perro, hay que pedirle permiso a su dueño, o en su defecto, a ti.

Otro miedo común en la infancia (y no tan en la infancia) es el miedo a la oscuridad. La realidad, es que no se tiene miedo a la oscuridad; se tiene miedo a lo desconocido, a lo que no podemos ver y puede estar ahí. Muchas personas intentan que sus hijos superen ese miedo a la oscuridad dándoles la mano hasta que se duermen o dejándoles la luz encendida. Tanto una como la otra cosa con contraproducentes, porque no les quitas el miedo, solo lo evitas, y cuando sean más grandes no lo habrán superado.
Éste miedo lo suelen tener muchos niños y se pasa POR SI SOLO conforme van creciendo. Si nosotros nos dedicamos a reforzar ese miedo en vez de darle armas para enfrentar-se a él, ese miedo va a persistir. No es bueno darle la mano a los niños hasta que se duerman, pero es bueno para ellos acudir cuando te llaman por la noche, aunque sea para pedirte un vaso de agua a pesar de que tu sabes que no tiene sed: el niño solo quiere tu atención o tu protección por algo que le ha asustado, y apoyarle en esos momentos aunque solo sea pasando por ahí les ayuda mucho. Lo más importante, es que al acudir nosotros, NO ENCENDAMOS LA LUZ. Si la encendiéramos, el niño relaciona que la oscuridad da inseguridad y soledad mientras que la luz trae consigo la seguridad, y provocaríamos el efecto contrario al deseado.
Una forma simple de ayudarles con esto es colocar formas que brillen en la oscuridad y que le permitan al niño tener una referencia de donde está cada cosa: por ejemplo, se pueden pegar estrellas por la pared y el techo.

Más técnicas frente a esto es ponerle una luz de noche de las que hemos tenido todos: lo ideal es que esa luz sea muy limitada y de muy baja intensidad (es decir, que ilumine escasamente el lugar donde está colocada), y también es bueno que no sea luz blanca, sino de algún color. También son muy útiles esas luces que proyectan alguna forma en el techo. Pero recordar que no queremos un foco ni iluminar el espacio: solo queremos crear un punto de apoyo y reconocimiento.

Todos los niños tienen miedos, y eso es bueno para su desarrollo, pero desde el momento que reforzamos esos miedos, pueden ir más allá y llegar a ser verdaderos problemas tanto para el niño como para los que lo rodean.
Por esa razón es importante que tanto la au pair como los padres se pongan de acuerdo para actuar de la misma forma y logren que le niño supere estos pequeños baches poco a poco.

¿Tus niños tenían algún miedo? ¿Hiciste algo al respecto?