lunes, 19 de octubre de 2015

Momentos trascendentales de alimentar a un bebé

Nunca había cuidado a un bebé tanto tiempo seguido ni tantas horas al día. Cuando empecé como nanny, trabajaba part time, mi niño tenía solo 3 meses, no aguantaba la cabeza y era calvo (más que clavo, era una cabeza con mechones de pelo graso y caspa gorda, también llamada crosta láctea). Ahora acaba de cumplir los 10 meses, estoy con él de 9 a 5, su melenita rubia con kiki incluido es envidiable y está echando a andar. Después de este tiempo, me veo en la obligación de sacar a la luz todo lo que llevo escrito sobre él, las aventuras y desventuras que hemos pasado y los momentos que hemos vivido.

Voy a empezar explicando los momentos alimenticios más... mira, que mejor os pongo una imagen para definirlos:


Todo empieza cuando que el niño, con 4 meses, aprende que su comida esta en las tetas. En cualquier tipo de tetas. Así, sin criterio, sean las de su madre o las de la panadera. Y claro, tu, como mujer, también las tienes. Un buen día de junio, el bebé se despierta de una siesta de dos horas y media con un hambre voraz, berrea y berrea incluso antes de abrir los ojos, y tu, solícita, lo llevas a la cocina para preparar el biberón. Pero su desesperación es mayor que eso, y decide tomarse la justicia por su mano, agarrándote del cuello de la camiseta como si no hubiera un mañana mientras que ya empieza a adquirir un color rojizo-amoratado y llora mientras se desgañita gritando. En esta situación, el electricista que casualmente está renovando la electricidad de la casa decide entrar en dicha cocina y te encuentra con un Gremlin rojo y chillón cogido con sus dos manitas al cuello de tu camiseta, que ya está al borde de romper costuras, mientras tu intentas mantener la dignidad, con media teta fuera y estirando del niño en horizontal intentando apartarlo de ti.

Pero no hay dolor, queridas, piensas. De situaciones más rocambolescas se han echo guiones de películas porno, así que si no consigo sacarme la carrera siempre me puedo dedicar a la escritura.

Pero ahí no termina todo. Llega un día en que empieza a comer papillas. Tu vas por la cocina preparándolas tranquilamente mientras él se entretiene chupándole la oreja al perro, cogiendo cada una de las pelusas del suelo y metiéndoselas en la boca, poniendo los dedos en los enchufes y todas esas cosas que hacen los bebés cuando ganan movilidad.

Hierves la zanahoria y las judías verdes, le quitas una pelusa gorda de la boca al niño, descongelas la leche materna, corres porque ves al niño tirando del cable de la nevera, pones a hervir las dos lonchas de pechuga de pollo con un poco de aceite, decides no tentar más a la suerte y metes el niño al parque, trituras las verduras, vuelves a meter el niño al parque porque se ha escapado, trituras la pechuga de pollo, amordazas al niño en la trona, sacas el arroz en polvo del armario, mezclas bien el arroz con la leche materna, lo mezclas con las verduras y el pollo triturado, vas corriendo a por el niño porque ha conseguido alcanzar una revista y se la está comiendo, vuelves a por el bol de papilla, metes el dedo meñique para comprobar que no esté muy caliente, te metes el dedo en la boca...

Un momento. Te has metido papilla en la boca. Papilla con arroz en polvo que has preparado con leche. Leche MATERNA. Y no materna de cualquier teta no, MATERNA DE LAS LAS TETAS DE TU JEFA.


Adiós mundo cruel. Nunca volverás a mirar a tu jefa a los ojos sin pensar: me he metido tu leche en la boca.

Pero no te da tiempo a reflexionar mucho sobre este echo ya que el bebé en cuestión empieza a pedir comida a gritos, porque otra cosa no, pero el ansia de comer de ese niño no es ni medio normal. Tan rápido traga, que antes de que puedas volver a llenar la cuchara ya esta gritando pidiendo que le llenes los mofletes de nuevo. Eso se convierte en una carrera entre el tragando y yo llenando la cuchara y metiéndosela en la boca antes de que grite de nuevo. Empecé a dejar tropezones en la papilla para ver si masticaba y comía más despacio. Os hago saber que no ha funcionado.

Toda historia termina, y esta lo hace del mismo modo que lo hace la comida al recorrer todo nuestro cuerpo: el final oscuro. No podíamos hablar de comida sin hablar de caca, esto es así.

El asunto es que tal y como come, caga. Es decir: mucho y en cantidad. Pero no os preocupéis, no señor. El problema no está en cuando caga, el problema está cuando no lo hace. Todo empieza cuando su madre te dice antes de irse "Esta mañana no ha echo caca". Cuando oyes ese temido "He didn't poop", te tranquiliza saber que no hay mucho en esa barriguita. Pero cuando pasa el día y sigue sin haber rastro de la esperada caca, la cosa empieza a preocupar. Al volver al día siguiente y enterarte de que sigue sin haber soltado el monstruo, empieza el juego. Un horrible juego en turnos de ocho horas en las que deseas que no te toque a ti, entregando al niño al siguiente desafortunado como si de una bomba de relojería se tratara, agradeciendo que no ha explotado contigo, porque sabes que cuando lo haga...

El espectáculo será dantesco.


lunes, 5 de octubre de 2015

Análisis serio: Pocoyo

Desde que soy nanny a jornada completa, y sobretodo desde que el niño ha empezado a comer papillas, necesito de un tiempo que va desde los 5 hasta los 15 minutos para la preparación de la papilla. A poder ser, sin berridos desde la trona entonando un precioso ME-MUERO-DE-HAMBRE-JODIDA-CRIADA-NO-PRODUCTORA-DE-LECHE (eso imagino yo que dice el crío, al juzgar por los gritos de desesperación que pega).

Obviamente esos berridos en cuestión solo se paran de dos maneras:

a) Cuchara en boca
b) Atontaniños a todo volumen

Entiéndase como atontaniños todo programa de televisión infantil que mantenga al niño más de 10 minutos callado y con la mirada fija a la pantalla con una cara parecida a esta:


Y dado que el problema es que la comida no está preparada, la opción a) queda descartada y me he metido en el mundo de los atontaniños.

Me he documentado muy mucho en wikipedia. He investigado durante horas en youtube. Y después del método de prueba y error, he llegado a varios de ellos que dejan a mi niño totalmente empanado. Uno de ellos, como no, es el popularmente conocido como Pocoyo. Varios capitulos después, me veo capacitada para destripar este programa amado y odiado a partes iguales por los que pasamos muchas horas a cargo de niños.

ANÁLISIS SERIO: POCOYO

Personajes

Pocoyó

Es sin duda el protagonista de esta serie, que por algo se titula con su nombre. Se trata de un niño presuntamente de 4 años (dice wikipedia), con graves problemas de logopedia ya que es incapaz de pronunciar nada de forma correcta, con amigos imaginarios raros raros (porque si son reales apaga y vámonos, qué debería llevar la papilla que le han dado al crío) y que lo viste su padre daltónico con ayuda su madre ciega, porque es la única explicación lógica a que el niño en cuestión pueda salir de casa vestido de ese azul horrible de pies a cabeza (literalmente).

Eli

El guionista falopero encendió su primer porro de la noche para crear este personaje: una elefanta rosa que baila ballet y que siempre, siempre, lleva una mochila azul de la que nunca saca nada. ¿Como te quedas? Fuentes exclusivas cercanas a los creadores de la serie me cuentan que el contenido del porro del guionista estaba caducado de hacia largo tiempo.

Pajaroto

Dígase de un pájaro obeso que solo duerme y hace "su gran siesta". Gran ejemplo a seguir para los niños. De su nombre podemos deducir que lo de los diminutivos y aumentativos lo tienen, por decirlo de algún modo, controlado.

Pajarito

Lo que os decía, damos los diminutivos y aumentativos como asignatura convalidada para los creadores.
Pajarito es, valga la redundancia, otro pájaro, que es adicto al speed y que se inyecta Redbull en vena. Cuenta la leyenda que hijo de Pajaroto.

Lula

Aquí, a nuestro amigo el guionista farlopero se le terminó la droga y decidió crear un personaje con pies y cabeza: un perro normalucho con un nombre normalucho, nada de especial y con nombre de perro de lo más simplón.

Pato

Pato, se que os va a sorprender sobremanera, es un pato que trae consigo un desagradable ruido de fondo cada vez que aparece. A la vista de esta falta de imaginación en el nombre, uno se podría pensar que el creador por fin ha recuperado el sentido común y dejado las drogas, que son muy malas, hasta que ves que dicho pato puede girar su pico al mejor estilo hulahoop por su cara. Sin mencionar, claro, que lleva un sombrerito de copa verde pistacho.

Valentina

Es una... ehm... ¿Babosa? amarilla, maquillada como una puerta, bizca y que lleva un lazo azul en la cabeza del tamaño de Huelva. Nada más que añadir.

Situación

Entre un manicomio de los que salen en cuarto milenio y yonkilandia. Metro arriba, metro abajo, no quiero ser muy precisa. Ese fondo absolutamente blanco que se funde con el suelo da mucho que pensar.

Trama

Pocoyo trata de un niño malcriado que hace lo que le da la gana, normalmente dando por saco a todos y cada uno de sus amigos, sea haciendo trastadas, porculeando con un tambor o destruyendo castillos de lego echos por otros. Cada capitulo se basa en uno de estos momentos donde Pocoyo hace algo, acompañado por un narrador que lo trata siempre con indulgencia y le ríe todas las gracias y por toda la tropa de amigos imaginarios. Dicho narrador también se dedica a hacer preguntas donde, supuestamente, el niño que ve el programa tiene que contestar a la vez que unas voces de niño muerto de ultratumba responden con él desde el televisor. Una de ellas es la de un pobre niño pequeño que siempre dejan rezagado y que, obviamente, la pronunciación del idioma la ha adquirido viendo esta serie.

Valoración personal

Yo cambiaría varias cosas de la serie:
  • Empezaría cada capítulo con un aviso diciendo que las drogas no son buenas, y dando a conocer que todos los fondos recaudados con la emisión irán destinados a alguna organización de drogodependencias, donde obviamente esta ingresado el pobre guionista. 
  • Contrataría un buen logopeda, que ya puestos, podría ser una tarántula azul con patines, que enseñara a los niños y a Pocoyo a pronunciar correctamente, y a hilar una frase entera, que con 4 años que tiene Pocoyo, no se le oye decir más de tres palabras seguidas.
  • Haría una mano animada que le diera un buen sopapo a Pocoyo cada vez que le hace la vida imposible a sus amigos, sobretodo a Pajaroto, que no hay un solo capítulo donde lo deje dormir en paz.
  • Adjuntaría subtítulos con ideas de juegos de beber para que los pobres padres que tienen que ver el programa con sus hijos puedan hacerlo felices de la mano de una botella de ron.
  • Vestiría a Pocoyo de colores, que no debe costar tanto ponerle a ese pobre niño un chándal ni que sea, y quitarle el gorro, que le va a dar algo a la pobre criatura.

Si añadimos estas mejoras a la serie, creo que hasta dejaré que la vean mis hijos. Por ahora, me conformaré con lo que hay, y dejaré que mi niño siga atontado mientras yo trituro zanahorias, manzanas y pechugas de pollo. Espero que ver Pocoyó no le convierta en un adicto al crack cuando crezca.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Hospitales, urgencias y triages

Hoy vengo a hacer una pequeña reflexión sobre como funcionan las cosas hoy en urgencias, y en el país en general.

Sabéis que no suelo publicar muchos detalles personales en el blog, pero pienso que también es importante hacerlo de vez en cuando, ya que esto es mi ventana al mundo y donde puedo expresarme libremente.

Iré directa al grano:

Sufro de migrañas.

Como la mayoría, pensaréis; ¿Quien no ha sufrido alguna vez una migraña? Pero no, no soy una de esas personas que tienen un dolor de cabeza fuerte un par de veces al año. No, no tengo poca tolerancia al dolor. No, tampoco me he autodiagnosticado el "tengo migrañas".

Sufro de migrañas. De las de verdad.

Estoy periódicamente controlada por un neurólogo desde hace cuatro años. Tengo una medicación especifica asignada para la migraña. De esas medicaciones que solo venden con receta médica, que te cuesta 22 euros la caja aún entrando por la seguridad social (que por cierto, consta de un número ridículo de pastillas) y que debo llevar siempre encima, por si me entra una migraña no tener que irme directa a casa mientras voy perdiendo el mundo de vista poco a poco.

Os estaréis preguntando porque os estoy contando esto. Se que no pega para nada ni con la temática del blog, ni con mi habitual forma de expresarme, pero tened paciencia.

Ahora os contaré como es una de mis migrañas, y sus fases:

FASE 1: Dolor pulsante de cabeza, en la zona frontal, encima del ojo derecho. Sensación de mareo ligero.
FASE 2: Extensión de ese dolor pulsante al resto del lado derecho de la cabeza. Sensación de mareo más aguda. Posibilidad de vómitos.
FASE 3: El dolor de cabeza se extiende por toda la frente, el lado derecho y por la zona de detrás de los ojos. Mareo. Pesadez en los parpados. Fotosensibilidad aguda. Hiperacusia aguda (esto es hipersensibilidad al ruido). Posibilidad de vómitos.
FASE 4: El dolor de cabeza es permanente y ya no se distingue ninguna zona concreta de afección máxima. Todos los síntomas expuestos en la fase 3, a los que se suman temblores más o menos pronunciados en las extremidades, que aumentan progresivamente, dificultad para el habla (voz baja, arrastrar las palabras, boca seca). Imposibilidad para dormir debido al dolor agudo.
FASE 5: Inutilidad total. Todo lo expuesto en la fase 4, añadiendo posible visión distorsionada (borrosa, ver doble, no ver de lejos) y mareo extremo (sensación de que el mundo gira cuando estas tumbado quieto, por ejemplo).

El caso es que la pastilla que antes os mencionaba, me la tengo que tomar una vez estoy en la fase 1, como mucho en la fase 2. Muchas veces llego a la fase 3 antes de que la pastilla haga efecto y remita la migraña. A veces simplemente la pastilla no hace efecto, y debo tomarme otra a las dos horas si la migraña no ha remitido o ha ido a más. Algunas veces ni por esas funciona la cosa y la migraña sigue su curso hasta la fase 4 y posteriores. Otras veces simplemente vomito poco después de tomarme la pastilla y esta no llega a hacer ningún efecto.

En estos casos, tengo que ir al hospital, a urgencias, a que me pinchen la medicación, ya que en los centro de atención primaria, por desgracia, o no pueden administrármela, o me recetan un helocatil y me dicen de pedir hora al día siguiente con mi medico de cabecera (os juro que esto me ha pasado ni una, ni dos, sino tres veces) o directamente están cerrados.

Y todo este rollo os lo cuento porque de esto vengo a hablaros hoy, de los triages de los hospitales.

Como habéis leído antes, en el momento en el que yo llego a urgencias, estoy en la fase 3 de la migraña. Entonces me dan un papel y me mandan a la sala de espera.

Aquí es donde empieza la agonía. Los hospitales no están echos para las personas con migraña, mucho menos las salas de espera. La de mi hospital de referencia, por poner un ejemplo, es una sala enorme, al lado de dónde aparcan las ambulancias (figuraros el ruido), una iluminaria que ni en el mejor de los días de agosto, a las dos del mediodía en una playa del sur se llega a tener. Con maquinas expendedoras que hacen un ruido atronador y pitan sin motivo alguno. Por no hablar de los indicadores, únicamente acústicos y a todo volumen, que hay en esa sala ("Sergio Fernandez, consulta 5, Sergio Fernandez, consulta 5", porque no tienen bastante con una vez, que deben repetirlo). Y la gente, los otros pacientes, que siempre hay el que no puede evitar hablar por el móvil a todo volumen, o gritarle a un niño, o simplemente, ponerse a charlar como si eso fuera un parque.

Pero pensaréis, "Una persona en tu estado, la atienden rápido en un triage". Eso no es cierto. Resulta que la migraña no es una enfermedad que se considere preferente en urgencias. Ningún tipo de migraña. Y quiero resaltar esto, porque con otras enfermedades si que se hacen distinciones según el grado. El dolor no importa, siempre que este no te mate, esa es la consigna.

El tratamiento que me hacen a mi cuando me atienden (pincharme la medicación) se hace, literalmente, en diez minutos: me miden el azúcar, la presión, la coordinación y finalmente me inyectan la medicación. Y para casa.

Esa es la teoría. A la práctica me dejan en la sala de espera, tumbada en tres sillas de plástico o directamente en el suelo, porque sentada me mareo más. Y a esperar. Podéis imaginaros que la migraña no se para solo por el echo de cruzar las puertas del hospital, sino que necesita de la medicación, y tiene una evolución muy rápida (en un plazo de dos horas puedes pasar de estar bien a la fase 5, si no tomas ninguna medicación).

Mientras tanto, en esa sala, veo pasar por delante mio a gente que trae a niños con un resfriado, a los que se han levantado con dolor de pie y a los que han pillado una conjuntivitis. ¿Porque? Bien, porque se quejan más que yo. Esa es la triste realidad. Se quejan más, y por cansinos les pasan antes por el triage. Se quejan a voz de grito, eso si, de que llevan muchas horas esperándose, mientras yo, que he llegado antes que ellos, me quedo callada.

Van pasando los minutos. Y los minutos se convierten en horas. Yo entro en la fase 4 de la migraña, pero el padre del niño con un resfriado se ha quejado tanto de que el niño esta a 38'5º de fiebre que a pesar de llevar ahí solo 20 minutos, lo pasan antes. Mi padre le pide amablemente a la enfermera una bolsa por si vomito.

Pasan dos horas... Y yo ya no soy ni capaz de levantarme, pero el señor con la conjuntivitis ha perdido toda la educación con la señora enfermera de la recepción, y lo acaban de hacer pasar. Mi padre avisa a la enfermera de que estoy muy muy mareada y que le he dicho que empiezo a ver doble.

Pasan tres horas... Y yo ya estoy en la fase 5, pero el chaval del pie empieza a alegar que le duele tanto tanto que no puede más, y también entra antes que yo. Todos los que he mencionado antes han salido tan campantes de la consulta, como si solo con ir ahí se les hubieran pasado todos los males. El chaval del pie sale sin siquiera llevarlo vendado. Mi padre avisa a la enfermera que mis temblores ya han dejado de ser temblores, que más bien parecen convulsiones. Ni siquiera se molestan en venir a mirar como estoy.

Pasan 4 horas. 4 horas de intensa agonía. Agonía de verdad. Soy incapaz casi ni de abrir los ojos, apenas puedo hablar. Me duele tanto la cabeza que ni siquiera se que me duele exactamente. Mi padre no puede más y pierde toda educación con las enfermeras. A mi eso me lo cuentan luego, yo solo oigo gritos de fondo.

Y llega el milagro. Después de que mi padre perdiera la educación, entonces si que me llaman a consulta. Tardo cinco minutos de reloj en avanzar los diez metros que me separan de la puerta. Nada más verme entrar, el medico me hace pasar a una sala interior con camillas y semioscuridad, preguntándole a mi padre que como me han dejado llegar a este estado antes de traerme al hospital, mientras que mi padre le responde de malos modos que llevamos más de 4 horas esperando. Me hacen las pruebas pertinentes, me preguntan cosas que responde mi padre porque yo ya no estoy receptiva. Me pinchan (o me sedan, que se yo, solo se que me quedo frita casi al instante) y me dejan ingresada todo lo que queda de noche. Los siguientes dos días me los paso en cama, en casa, todavía con replicas de dicha migraña.

Eso es lo que me pasó el ultimo día que fui a urgencias. Me da miedo tener que volver.

Porque el problema seguirá ahí. En los múltiples triages que he vivido con las migrañas, la división que hacen es la siguiente: los que se están muriendo, y los que no. Y de este ultimo grupo, cuanto más chillas, mas te quejas y más borde eres, antes de atienden.

De eso van hoy los tiages, y los he vivido no solo en Barcelona, sino también a lo largo y ancho de la península en los periodos de vacaciones. Este solo es un ejemplo del tipo de educación que tenemos en este país, y el modo de funcionar.

Grita y se un capullo, que las cosas así llegan antes y mejor, sin importar el como o a quien pises para conseguir lo que quieres.

Si esa es la metodología, como bien decía una amiga mía, es "adaptarse o morir".

Yo ya he aprendido la lección. Mi padre también. En la próxima migraña, que pasará tarde o temprano, mi padre será uno de esos padres imbéciles de los que les grita a las enfermeras a los veinte minutos de estar en la sala de espera. Nadie se merece cuatro horas y media de agonía por el simple echo de tener (y mostrar) un poco de educación, así que, con todo mi pesar, vamos a dejar de tenerla.

Perdón por adelantado.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Los días cualquiera

Hay un día que todo cambia.

La vida da un vuelco porque si, sin que lo planees ni lo esperes. Sales de casa para ir a trabajar, como un día cualquiera, y pasan las cosas que suelen pasar en un día cualquiera: los niños te intentan torear a la mínima, gritas, sueñas con niños que no parezcan salvajes, cantas, juegas, escuchas ocurrencias de lo más originales y te ríes muchísimo.

Suena la campana de las cinco, una compañera te hace el favor de prestarte ropa para parecer decente y sin olores sospechosos después de que un niño explosionara por la boca encima tuyo. Pretendes irte directamente a casa pero te acaban convenciendo para que tu y tu ropa prestada vayáis un rato a tomar algo al centro. 

Vas cargando tu bolso viejo y calzando unas Vans desgastadas, sin ganas de nada, y ¡sorpresa! Ese día todo cambia.

Alguien, aunque tu no lo sepas aún, llega para quedarse. 

Tu simple y básica aunque muy pensada planificación de los años venideros se va al traste y acabas viviendo con un pie aquí y otro allí, reflexionando sobre qué tachar de esos planes y qué tratar de tirar para adelante. 

Pero poco a poco te das cuenta de que no hace falta. Ese alguien llega para quedarse, pero por suerte, lo hace para estar a tu lado, no para ponerse delante. 

Ese mismo alguien sigue ahí, después de tanto tiempo de planes fallidos, errores y aciertos, despidos y trabajos nuevos que te permiten, con un poco de suerte, llegar a casa con (más o menos) la misma ropa con la que saliste. De todos modos, cuando sales echa un trapo también te dice lo guapa que estas hoy. Te aguanta en tus buenos momentos y en los que el nivel de cabreo roza lo inaguantable. Le cae bien a todos tus amigos, a la familia, incluso a la perra (que ya es difícil).

Te sonríe cuando le cuentas tus más descabellados sueños y planes futuros, ampliamente conocidos ya que estos estaban antes de que llegara ese día cualquiera y lo cambiara todo. 

O quizá no cambió nada, más que en esos sueños y planes que antes tenía en solitario, ahora también está incluido, pese a que mañana, otro día cualquiera más, ya estará oficialmente más cerca de los treinta que de los veinte.

Felicidades.


PD: La próxima vez, nos quedaremos un poco más a ras de suelo, lo prometo.

miércoles, 12 de agosto de 2015

15 Reacciones a cosas muy Guiris (Barcelona Edition)

Querido guiri que visitas Barcelona en agosto;

Agradezco de corazón que hagas turismo en mi tierra en estas fechas tan señaladas, donde la gran mayoría de población autóctona está de vacaciones y en las calles solo vas a encontrar a otros compatriotas guiris a los que acudir. O a pringados como yo que a 35º a la sombra y con una humedad de la buena estamos trabajando todo el maldito mes en esta querida ciudad.

También agradezco que nunca dejéis de sorprenderme. De verdad. No se como se os ocurren esas salvajadas que hacéis.

Pero lo que más agradezco la capacidad que tenéis de dar el cante, alegrándome el día con esas cosas que tenéis, y esas ideas de bombero que os llegan por inspiración divina.

Para agradeceros los buenos momentos que me brindáis cada octavo mes, os he preparado una lista de los mejores instantes que os he visto hacer desde la lejanía hemos pasado juntos.

Con amor,
A.

15 Reacciones a cosas muy Guiris
-Barcelona Edition-

1. Cuando el estadounidense de delante tuyo en el Mcdonnalds pide un milkshake con un Dr.Pepper y al oír que eso aquí no se vende se crea más tensión que en el bautizo de un Gremlin.


2. Cuando veo a guiris bañándose en las fuentes de Plaza Cataluña.


3. Cuando un guiri te pregunta por que calle se va al Camp Nou estando en Plaza Catalaunya.


4. Cuando ves a guiris con sombreros de mariachi por el Port Vell.


5. Cuando ese mismo guiri momentos después está sentado en una de las terrazas de los restaurantes de la Rambla saboreando un buen arroz amarillo pollo (cuenta la leyenda que es paella) remojado en sangría, y cree estar disfrutando a tope de nuestra cultura.


6. Cuando guiris despelotados se pasean al mediodía por el Paseo Marítimo, y puedes predecir su futuro horas después.


7. Cuando te encuentras a los enésimos alemanes que llevan dos días y tres noches perdidos por los túneles del metro y te miran con envidia por la decisión de tus pasos.


8. Cuando te dicen que quieren llegar a Plaza España...  y están en el anden de la linea lila en Badalona.


9. Cuando otro guiri más cae victima de una lipotimia esperando un tren en Plaza Cataluña.


10. Cuando ves a un grupo de asiáticos uniformados con esas camisetas horteras del dragón del Parque Güell, en formación tortuga por todo el medio de la rambla.


11. O cuando se ponen pamelas imposibles encima de la cabeza.


12. Cuando guías turísticos con paraguas, palos, pañuelos de colores o banderines en alto, te arrollan para dejar pasar a su tropa particular de guiris.


13. Cuando ves los espectáculos e intentos de taparse hasta las rodillas y los hombros en la puerta de la Catedral. O mejor, al verlos salir...


14. Cuando otro grupo de guiris borrachos arman jaleo por la noche.


15. Cuando, por mucho que lo intenten, no pueden evitar parecer guiris. Así que por favor...

miércoles, 24 de junio de 2015

Recetario de la buena au pair: Boloñesa (la de verdad)

Cuando era au pair me faltaban recetas para cocinar. Esto es así. Aquí en España la gente come muy variado pero en otros lados, como no te cocines tu, comes puré de patata, patata al horno o cualquier variante de la patata día si día no como no te pongas tu manos a la obra. Por esa misma razón, voy a seguir con este apartado de "Recetario de la buena au pair" que abandoné hace tanto tiempo. Y empezaremos con una receta de boloñesa (pero de la de verdad).

En mi casa siempre se había cocinado boloñesa como en la mayoría de casa en este país: carne picada con salsa de tomate. Y arreando. Los exquisitos le ponían cebolla. Pero la menda es muy fan de la pasta y un día se le ocurrió buscar recetas de la boloñesa autentica, la que se cocina en Italia. Encontré entonces una receta que no se le parece en nada a lo que hacemos aquí (empezando por poner la pasta que toca, y no los espaguetis típicos), y hoy voy a compartir este conocimiento secreto con vosotros, con fotos y todo (echas con el móvil así que no son muy maravillosas).

Aquí tenéis el paso a paso:

BOLOÑESA 
(la de verdad)

Ingredientes:
(para 5 personas, más o menos, que esto es muy relativo)

250g de carne picada de ternera
250g de carne picada de cerdo
200g de zanahoria
200g de apio
150g de cebolla 
500g Tomate triturado
400g de Tallarines (de los gordos) al huevo 
Parmesano para rallar
Mantequilla
Aceite
Sal 
Orégano

Preparación:

Preparamos la cantidad indicada de zanahoria, cebolla y apio (el peso que hay en ingredientes se refiere a los gramos que ha de tener cada ingrediente una vez esta pelado y limpio).


Cortamos la zanahoria, el apio y la cebolla en dados muy pequeños (de 5mm).


Se pasan estos ingredientes por la sartén (yo uso un wok, por comodidad, ya que así puedo hacer toda la receta en el mismo sitio sin ensuciar mucho, y no se pega) con mantequilla y un chorrito de aceite hasta que se ablanden, unos 25 minutos.


Se marcan los 500g de carne picada (justo al punto en que ya no está roja, pero esta muy poco echa).



Una vez tenemos la carne marcada, añadimos los tacos de zanahoria, apio y cebolla que hemos pochado anteriormente, el tomate triturado y sal al gusto. Lo mezclamos todo.


Cuando esté todo mezclado con el tomate, añadimos agua a temperatura ambiente hasta cubrir toda la mezcla y dejamos que reduzca a fuego lento entre 1 y 2 horas y media (o el tiempo que veamos oportuno para que la salsa quede compacta a nuestro gusto). Removemos periódicamente para que no se pegue.


Una vez la salsa esta compacta, echamos un poco de orégano, removemos y lo dejamos a fuego lento 10 minutos más (que podemos aprovechar para hervir la pasta), y ya estará lista para servir.


Servimos la pasta, añadimos la salsa boloñesa y lo espolvoreamos todo con un poco de Parmesano recién rallado.



¡Que aproveche!

domingo, 7 de junio de 2015

Verdades muy incómodas sobre los comedores escolares

Me encanta trabajar con niños: llevo haciéndolo desde los 16 años y espero seguir en un futuro, tanto a corto como a largo plazo. Ahora mismo me centro en aspectos del tiempo libre: campamentos, "colonias" tanto de verano como escolares (se que en el resto de España a las colonias se los llama campamentos; en Catalunya, los campamentos son en tienda de campaña en el monte y las colonias son en una casa, complejo o espacio cerrado, y son también las "convivencias" del colegio), actividades extraescolares, casales de verano, y finalmente... en comedores escolares.

He de decir que AMO con todo mi corazón ser monitora en las colonias de verano (10-15 días). Este ultimo año he estado en las que organiza la Generalitat y han sido épicas. Así de simple. Casi las disfruto yo más que los niños.
En el lado contario, están los comedores. No es que no me guste estar con los niños durante la comida, es que no me gusta el funcionamiento, ni la metodología, ni el trato.

En los últimos dos años he estado haciendo suplencias en comedores escolares, y he estado fija en uno de ellos. Echando cuentas, he estado en 12 colegios distintos por periodos más largos de dos semanas: 4 públicos, 2 privados y 6 concertados (religiosos, vaya), y en otros tantos en periodos más cortos. Quien me diga que no se de lo que hablo es que necesita una buena dosis de realidad.

Por eso mismo, os voy a contar las cosas que normalmente no se saben de los comedores escolares, y que personalmente no me gustan.

La comida

Esto es lo primero y por supuesto lo más importante. ¿No están para esto los comedores escolares? Los monitores, al menos aquí en Catalunya, en casi todas las empresas, comemos la misma comida que a los niños antes o después de trabajar, con lo que por suerte o por desgracia, sabemos qué es lo que se come en estos sitios.

Padres, en este aspecto podéis estar tranquilos: digan lo que digan vuestros hijos, la comida de los comedores normalmente y en su mayoría esta BUENA. Tanto en variedad como en sabor. Eso si, hay varios fallos...

Las comidas con huevo

Imagino que sabéis que esta prohibido el uso de huevo natural, y para cocinar se usan una especie de batidos extraños que imitan el huevo. Eso, cocinado, queda como una mousse seca con patatas/verduras o lo que sea que lleve la supuesta tortilla. Además, en la mayoría de colegios eso no lo pueden cocinar al momento y lo recalientan, con lo que si ya en un principio la textura es HORRIBLE, al estar calentada pasa de ser malo a incomestible.

El segundo plato

Los niños pequeños o los niños que comen lento, el segundo plato se lo comen frío casi siempre. Tanto si comen en bandejas como si comen en platos, el segundo plato se sirve con el primero:

- Si comen en bandejas, a los niños se les sirve la comida recién sacada de unas bases que la mantienen caliente, pero se sirve a la vez el primer plato y el segundo. Depende lo que tarden en comer ese primer plato, el segundo ya está frío.

- Si comen en platos, el segundo plato se sirve cuando se están comiendo el primero, y se ha retirado de las bases calientes varios minutos antes, así que cuando les llega, si han tardado en comerse el primero, también está frío.

Por lo tanto, si el segundo plato es carne, eso tiene muchas posibilidades de parecerse a una suela de zapato. De todos modos, aunque la textura siga siendo buena, la mayoría de platos, comidos en frío, no valen nada, tanto en un comedor como en casa. ¿O tu te comerías un arroz a la cubana después de estar 40 minutos en la mesa sin meterlo al microondas?

El postre

Este suele ser siempre fruta o yogur. Yogur una vez a la semana, fruta los otros 4. A priori esto no está mal pero... En invierno, la fruta simplemente no es buena. O es de cámara, o es repetitiva. Comer 3 manzanas a la semana cansa. Comer naranja si no te gusta, cansa. Y comer melón en diciembre... pues es como comer corcho.

La ley de los 2/3 del plato

Digan lo que digan en el colegio de respetar los ritmos de los niños, de no forzarlos a comer... La normativa para el monitor en muchos colegios es que el plato no se retira si no ha comido 2/3 de la comida. Que cada uno saque sus conclusiones, pero a pesar de lo dicho, muchas veces terminamos "obligando" a comer a los niños. De buenas formas, pero obligandolos. Y si ni por estas quiere comer, el niño tiene dos opciones: o comerse la comida... o pasarse las 2 horas y media del tiempo de comer sentado en su silla mirando el plato.

Muchas veces, como monitor no te queda otra opción que hacerte el sueco cuando ves a un niño guardarse comida en los bolsillos o salir en modo hamster del comedor, sabiendo que o es eso o tenerlo sentado rumiando un trozo de carne hasta las 3.

Las leyes que me parecen, simplemente, crueles.

Estas son las que intentas por todos los modos no hacer, pero la norma es la norma y no siempre se puede evitar. Personalmente, no me gustan nada de nada. Que no se han a malas ni gritando, sino con cariño y hablándoles bien, pero no son normas amables. Las peores que he visto yo son estas:

Niños pequeños que se duermen encima del plato (a propósito porque no les gusta la comida, o porque realmente están muy cansados).

En esta situación, la mayoría de veces se le habla al niño para que se despierte y cuando esta sereno, se le quita la silla al niño para que siga comiendo sin dormirse, comiendo de pie hasta que esté despejado de nuevo.

No dar agua a los niños

En muchos colegios hay la normativa de que no se puede servir agua hasta el segundo plato, supuestamente, para que no se hinchen de agua en vez de comer. En otros colegios, cuando tocan platos líquidos, no se sirve agua hasta que no se los terminan. En otros, no se sirve agua una vez están comiendo postre... En cualquier caso, son pocos los colegios donde el agua este presente toda la comida de principio a fin.

Usar el pan como embudo

En algunos sitios, con los niños más pequeños, se utiliza el pan para hacerles comer la comida que no les gusta, de modo que usando el pan a modo de cuchara todo termine en la boca.

No poder ir al baño mientras se come

Imaginad comer sopa mientras os estáis meando. ¿Hace falta añadir algo más? Muchas empresas ponen esta norma para que los niños no vayan al baño a tirar comida (cosa que ya es indicativo de lo mucho que confían en el sabor de algunos platos que sirven). Normalmente esta norma va de la mano con la del agua: si no beben, no se mean.


En resumen... que ni todo es malo ni todo es bueno, os digan lo que os digan en el colegio. Que ni las empresas que te venden la super comida ecológica son mejores, ni las que te venden metodologías innovadoras las cumplen y hacen la comida más agradable. Para la mayoría de niños, esos que comen más o menos bien y que tienen pocas manías, el comedor es un sitio agradable. Después están los que no comen bien, o que les gustan muy pocas cosas, o los que sus padres los llevan a comer al colegio porque en casa "no comen" (os sorprenderíais de la cantidad de gente que hace esto). Estos, muy a mi pesar, tengo que decir que el comedor escolar no siempre representa una buena experiencia.


martes, 12 de mayo de 2015

Manualidades: Seta de Super Mario con Jumping Clay

Edad recomendada: +2 años
Supervisión de adultos: Si


Hace unos meses que empecé a utilizar Jumping Clay, y no deja de sorprenderme todas las cualidades que tiene y las muchas cosas que se pueden hacer con él. Jumping Clay es una nueva arcilla de colores muy fácil de modelar y que se seca al aire en un par de días sin agrietarse ni despegarse. Ésta tiene muchas propiedades ideales para trabajar con niños: se pega con mucha facilidad, se puede mezclar para crear todo tipo de colores, pero a la vez no mancha ninguna superficie y no es tóxica, siendo incluso apta para niños celíacos o intolerantes a la lactosa. Y lo más importante: una vez seco, es casi imposible de romper y ademas... BOTA!

Esta semana, os planteo una figura muy simple y fácil de realizar con niños de todas las edades, y que además queda muy vistosa y graciosa.

Materiales:

Jumping Clay de los siguientes colores:

Verde
Blanco
Negro
Amarillo
Rojo

Con estos dos últimos más el blanco realizaremos 
el color carne de la base de la seta, siguiendo la siguiente proporción: 
7'5/10 de blanco
2/10 de amarillo
0'5/10 de rojo. 
El truco está en hacer 10 bolas del mismo tamaño 
en los colores indicados y mezlcarlas.
También se puede comprar naranja 
y mezclarlo con blanco.

Paso a paso:


martes, 28 de abril de 2015

Enfermedades infantiles y otras maneras de odiar a los niños

Se que os debo la continuación de mi traición al mundo au pair, pero como persona que lleva desde el jueves con fiebre, me permito la libertad de desahogarme.

Y es que hoy os vengo a hablar de esas bombas biológicas, esas pequeñas armas de destrucción masiva, esas malditas fuentes de enfermedades que son los NIÑOS.

No, no soy cruel, ni despiadada. Solo pienso que si me dais un pañuelo con mocos de un niño menor de 12 años, puedo borrar del mapa a una población del tamaño de China solo con pasearme con el por las calles.

Como algunas sabrán, aprovechando que mi jefa aún está de baja maternal, éste mes he compaginado mi trabajo de nanny haciendo talleres de manualidades en distintos colegios (cosa que llevo haciendo desde setiembre). Esta semana pasada, siendo el jueves 23 de abril (día de Sant Jordi), me he hartado a hacer dragones, rosas, princesas y caballeros.

Y entre dragón y rosa, toma mocos y niños enfermos. Muchos niños enfermos. Que me pregunto yo, porque sus malditos padres no dejan los niños en casa cuando están con los mocos a la altura de la rodilla, imagino que para que la gente como yo se pase cuatro días en cama al pasar por su lado.

Han sido estos cuatro días los que me han llevado a realizar un estudio muy muy profundo sobre esto. Finalmente, he descubierto los 5 tipos de niños enfermos:

El del moco sorpresa

El clásico. Es ese que está estupendo, genial, sin síntomas y de golpe ¡zas! ¡ACHÍS! Toma moco hasta el suelo. Puntos extra si se saca la lengua cuando el moco sobrepasa la boca. Regalo si ese moco lo suelta encima de alguien. Premio si no se sabe limpiar solo y aparece arrastrando el moco hasta su profesora/monitora/loquesea al grito de "tengo mocooooos".

El de "he vomitado añadir aquí momento de ese mismo día"

Ya querido, PUEDO OLERLO. Enserio, si tu hijo vomita en la entrada del colegio, y sobretodo si es pequeño, con suerte y poniéndole velas a algún santo, no se manchará, pero el olor del vómito se pega muchísimo y créeme que tu hijo va a oler mal. No hablemos del hecho de que el niño puede volver a vomitar y ya entonces ni te cuento. Llévalo a casa ni que sea a lavarle los dientes, por Dios.

El drogao

Este es el que no se queja, que sigue el ritmo de la clase como puede, pero que está apagadillo, como amodorrado... vamos, que parece haberse fumado tres porros antes de entrar. Te da por acercarte y si señor, al niño se le pueden freír huevos en la frente. Llamas a los padres para informarles de esos 39º sospechosos de su hijo y te contestan que ellos están trabajando pero oiga, que le podemos dar el chute de Dalsy que obviamente ellos ya le han dado en casa y que como podemos ver, ha funcionado de maravilla.

El perrillo

¿Os suena eso de la tos de perro? ¿Esa tos tremenda, de fumador de dos paquetes diarios los últimos 30 años? De golpe estás en clase, con un grupo de niños pacíficos y silenciosos, hasta que un ruido semejante a un hipopótamo atragantándose rompe el silencio. Terror. Identificas al niño e intentas no acercarte mucho el resto de la hora, por seguridad. Como mucho, le dices que vaya a beber agua si ves que se pone azul.

El "la madre que te parió, cabrón"

He intentado ser suave, pero mis días de fiebre me han afectado. Este es el típico niño que espera, sin más motivo que el de joderte, a tenerte cerca, entendiendo como cerca el tenerte agachado justo delante suyo, y sin motivo ni sospecha de que va a hacerlo, toserte, estornudarte o soltarte un moco del tamaño de Cuenca en la mismisima cara.

Y a ti, mientras te pasas la manga por la cara, se te parte el alma pensando en el fin de semana que te espera, hecha un kebab en la cama mientras lloras y un rollo de papel de váter con su respectiva montaña de pañuelos usados te acompaña.


Muchos ánimos a todas las enfermas de esta época del año, sobretodo a las que trabajan con niños y les pegan todos y cada uno de los virus que puedan tener. Algún día los contagiaremos nosotras a ellos y ganaremos la guerra. Palabra.


lunes, 6 de abril de 2015

De cuando traicioné el mundo au pair y me hice nanny

Un poco hasta el nabo de el panorama laboral de este maravilloso país en el que vivimos, cansada de trabajos donde no me tratan bien y la amenaza de despido es continua, constante y sistemática, me dediqué a buscar algo tranquilo en lo que trabajar estos próximos meses. Y así fue.

Soy nanny. Aquí, en Barcelona. En una familia británica. Soy nanny. De las que cobran bien. De las que tienen contrato y están aseguradas en la seguridad social. Y no cocinan. Ni limpian. Ni nada.

Trabajo 6 horas al día, aunque me paso 8 horas en la casa de la familia. Obviamente (o no tan obvio), me pagan las 8 horas, aunque dos no las trabaje, pero que por ser tan poco tiempo no me permiten hacer nada que no sea quedarme en esa casa, leyendo o haciendo lo que quiera. Cuido a un niño de casi 3 meses que duerme de media unas 4 horas de las 6 que trabajo.

¿Que cómo me siento? Pues algo parecido a esto...


Pero para que me perdonéis esta traición al gremio, os voy a contar como fue mi primer contacto con esta familia, de como viví las entrevistas y demás.

Todo fue muy rápido. Un martes hablé por primera vez con ellos y el jueves ya tenía cita con los padres para reunirnos en su casa el sábado.

Dicha casa está a 40 minutos en tren de dónde yo vivo, lo que en principio no es ningún problema salvo que sea sábado y la línea de tren que me lleva directa a su ciudad no pase por la mía los sábados, domingos y festivos. Sin que yo lo sepa y sin que los siempre amables y simpáticos trabajadores de RENFE pongan un horario actualizado visible en la estación para que el resto de mortales lo podamos ver y no estemos media hora esperando un tren que jamás pasará por ahí.

También hay que sumar que esa gente no vive en la ciudad, que va... Vive en una urbanización a 10 minutos en bus de ahí... arriba de una montaña.

Ya podéis intuir por donde fueron los tiros el primer día que fui a esa casa. No llegué tarde por milagro del destino y porque los astros se alinearon.

El caso es que yo soy una persona muy previsora y busqué la dirección en Google maps para chafardear donde tenía que ir. Fui incapaz de encontrar la puerta de la casa, ya que el San Google me mandaba derecha a un sólido muro de 3 metros de alto que se alejaba por ambos lados de la calle. Decidí, al final, ir sobre la marcha e improvisar.

Llegó el sábado y a las 9 y media de la mañana viví mi primer viajecito aterrador en bus por esas calles empinadas nivel Everest, que me llevó arriba de una montaña dejada de la mano de Dios. Sin lugar a dudas, Google no mentía y me encontré, sin quererlo ni beberlo, delante de ese sólido muro sin señal alguna de que una puerta existiera.

Me plantee seriamente la opción de que se hubieran equivocado al darme la dirección. Pero después de ir calle arriba y no encontrar nada más que el muro, fui calle abajo y ahí estaba, una enorme puerta maciza de hierro ornamentado con una preciosa cámara apuntándome directamente al careto. Le dí al timbre y esas enormes puertas se empezaron a abrir solas y casi me provocan un ataque al corazón. En ese mismo momento descubrí que mi querido muro eterno no era otra cosa que la pared que separaba el mundo de un precioso oasis.

La madre me vino a recibir, porque con semejante tamaño de jardín, oiga, nunca se sabe donde se puede perder uno.

Cuando vi la casa solo me vinieron ganas de echarme a llorar en un rincón, y eso que ese día no vi más que el recibidor y una sala, pero total, ¿que es una casa antigua de nueve (si, nueve) habitaciones y tres salones comparado con mi pisito de una ciudad de las cercanías de Barcelona?

Resultó que el padre no estaba ese día, pero hablé largo y tendido con la madre.
Primero me presentó al niño. No es que yo tenga mucha experiencia con niños tan pequeños, así que la cosa fue un poco, digamosle... incómoda.

Yo le miré con una cara de "¿Y tu como funcionas?" parecida a esta:


El me miró con una cara de espanto tal que así:


Después, miraculosamente, se rió y la madre me dijo "Le gustas!". No me digas. Me verá cara de tonta, imagino. Aún hoy me pregunto si el niño se ríe conmigo o de mí (sospecho que lo segundo).

Seguimos con una larga batería de preguntas, que con lo bueno que era su castellano y lo bueno que es mi inglés, bien podrían haber sido así:

¿Has cambiado pañales alguna vez?
Alguna vez... recuerdo una en concreto que me hizo meter a una niña alemana de 2 años de cabeza a la ducha por ir cagada de la nuca hasta los pies por una diarrea de lo más olorosa. No creo que tu niño de 2 meses supere eso (guiño guiño).
¿A que quieres dedicarte cuando termines la carrera?
Yo ejque voy a entregarme al señó, ¿sabe usté?
Nosotros no sabemos mucho como va el tema de las nannys en Barcelona, ¿como lo hacéis?
Fácil: yo vengo a tu casa X horas al día, trabajo, me voy a mi casa y a fin de mes tu me pagas abundantemente. Muy abundantemente. 
¿Cual es tu mejor cualidad?
Hago unas pedorretas envidiables.
¿Cuales son tus últimas experiencias laborales con niños?
La más reciente es en un colegio de curas con niños poseídos a los que no podía ni premiar ni castigar, la anterior en un campamento de verano donde los monitores no íbamos drogados pero solo dormíamos 4 horas diarias, lo que a efectos es lo mismo, y antes también he estado en otro colegio, este público, donde tanto los niños como las niñas tenían una grave obsesión con los penes y el sexo. Estoy inmejorablemente capacitada, como puede ver: mis últimos trabajos abalan mi cordura.

Finalizada esa pequeño interrogatorio, ella me pidió si podía venir el siguiente sábado, así también podría hablar con el padre de la criatura. Que ella no había podido esperar a que volviera su marido para hablar conmigo, me dijo, y que a ella le había gustado mucho. Vamos, que ella había echo la primera criba y que llego a no gustarle y me hace la del "ya te llamaremos".

Para terminar, negociamos precios y horarios (más bien ella me propuso un horario y un precio y yo morí de alegría y felicidad con los dos), aunque solo era una aproximación y el siguiente sábado podríamos ser todos más concretos.

Llegó el siguiente sábado y... no, esperad. Esto mejor os lo cuento en la siguiente entrada.


Continuará...


lunes, 16 de marzo de 2015

Lo que pierdes cuando te vas al extranjero

Cuando echo la vista atrás y recuerdo como era mi vida antes de irme a Alemania, se me hace difícil pensar en lo mucho que ha cambiado. En el momento en que subí al avión ese enero del 2012 puse un punto y final a una etapa de mi vida. Ese año fue una aventura increíble pero también tenia su fecha de fin. Otro punto y final y a empezar de cero otra vez.
Hay que ser muy ingenuo para pensar que durante todo este proceso las cosas van a seguir igual, esperando tu regreso.

Se que mi experiencia au pair fue maravillosa y reconozco haber tenido mucha suerte con la familia. Por mucho que cuente mi experiencia, el anonimato del blog impide que os enseñe y explique cosas que os harían pensar que verderamente me toco la lotería.  Pero por muy buena que fuera la experiencia, en casa la vida sigue y las cosas cambian.

Nunca he contado demasiado de que pasó con mi vida “en casa“ mientras yo estaba en Alemania. Muchas cosas cambiaron. Perdí a amigos que pensaba que nunca perderíaTambién perdí a más que amigos. Si algo descubrí es que nunca sabes lo que la distancia le hará a una relación, sea del tipo que sea. No hay manual para esto.

Otras cosas peores pasaron: mi tío murió pocos meses después de llegar ahí. He de decir que no tenia una relación muy cercana con él, nos veíamos solo en verano... pero el tenia 51 años, dos hijos de mi edad, estaba sano y un buen día se fue a dormir y ya no despertó. En todo mi año no conseguí sacarme el miedo de pensar que eso le podía pasar a mis padres mientras yo estaba a miles de kilómetros. Si ya de por si, el estar lejos de tus seres queridos te hace temer que les pase algo estando lejos, esto no ayudó a que me tranquilizara ni a que perdiera este miedo en todo el año.

Pero no todo fueron desgracias. También me perdí cosas buenas. Creedme que a veces duele mas perderte una cosa buena que una mala.
No estuve allí cuando una amiga que se había distanciado del grupo el año anterior nos dijo que nos echaba de menos y que no sabia como podía haber dejado que las cosas llegaran a ese punto.
No estaba en casa el día que mi hermano trajo por primera vez a casa a su novia. La conocí fugazmente por videollamada. Tampoco estuve en cumpleaños ni en fechas importantes para mi.

Otras muchas cosas, buenas y malas, pasaron durante ese año. Demasiadas. Pero a pesar de todo, ahora, pienso que todo esto fue algo positivo. Si esas personas decidieron que la distancia era algo insuperable, es que tarde o temprano se hubieran ido de igual forma. Quizá de este modo fue mas fácil para todos.

Tampoco pensé que podría echar tanto de menos a la gente que quiero. Puede que eso me hiciera valorar un poco mas lo que tengo, que cuando estas cerca parece que a uno se le olvida.
Y no sabéis lo que disfruto ahora de las cosas buenas que me pasan. Quien sabe si volveré a irme y tendré que vivirlas desde la distancia de nuevo.

Con todo esto que os he contado, solo quiero que os deis cuenta de que volver tampoco es fácil, casi es mas difícil que irse, pero hay que dejar las cosas pasar, asumir que han cambiado y prepararse para esa nueva etapa que nos espera.

Porque para que engañarnos: cuando nos vamos también nos perdemos a nosotros mismos. ¿O es que vosotras no habéis cambiado nada con esta experiencia?

martes, 3 de marzo de 2015

40 cosas sobre mi

Aunque a nadie le importe mucho, he decidido hacer esta entrada dado que la publicación de la semana que viene es extremadamente deprimente y hay que poner algo distinto de vez en cuando.

El caso es que no he elegido 40 cosas al azar, realmente he reunido las preguntas más comunes que me soléis hacer por email o en facebook y he rellenado el resto. Así de original es una. No me alargo más que bastante extensa es ya de por si la entrada.

Empecemos:

1- Mi nombre empieza por A y termina por A.
2- No tengo intención de deciros mi nombre ni en un futuro próximo ni en uno lejano (para evitar preguntas). El valor del anonimato...
3- Tengo 22 años tan bien llevados que aparento 17. 16 si voy con bambas y mochila.
4- Estudio Psicología en la UOC.
5- Mis amigos me obligaron a abrirme un facebook al irme a Alemania para poder estar en contacto conmigo. A día de hoy, apenas lo uso para nada.
6- Mi bebida favorita es la Fanta de limón.
7- La pizza es una religión. Y punto. No admito debate al respecto.
8- Tengo semejante trauma con el peinado-seta que me hizo un peluquero alemán, que no me he cortado más que las puntas desde entonces.
9- A la tierna edad de 13 años se me ocurrió hacerme un segundo agujero en la oreja. En las dos. El mismo día. Seis meses después y aun sin superar el trauma de no poder dormir de lado, me hice los terceros. Aún llevo los 3 en cada oreja.
10- Odio cualquier tipo de maquillaje y solo lo uso si es absolutamente necesario. Y para mi, ser absolutamente necesario no es despertarse con ojeras... es ir a una boda.
11- También odio las matemáticas. Todo empezó en segundo de ESO, gracias a un maravilloso profesor apodado El Sapo. Para que digan que los profesores no influyen...
12- Prefiero mil veces el frío al calor.
13- Tengo una agenda y sorprendentemente, la uso.
14- Mi color favorito es el verde claro o el azul cielo.
15- Soy capaz de dormir en cualquier rincón, por muy ruidoso e incomodo que sea.
16- Tengo un despertar tan tan bueno, que la gente opta por atizarme con un palo a dos metros de distancia.
17- Siguiendo con lo anterior, si quieres caerme bien no me hables durante la primera hora en la que estoy despierta.
18- Casi nunca lloro. Soy poco dada al drama.
19- Tuve la suerte de adoptar, hace unos años, la mejor perra del mundo. Sus particularidades es lo que la hace ser especial.
20- Soy un caos, en todos los aspectos. Pero dentro de mi caos, yo lo encuentro todo.
21- Soy bastante casera. De amigos y pizza. Y Fanta de limón.
22- Soy más de salado que de dulce. Pero habría que inventar una nueva categoría para el chocolate, porque es delicioso.
23- Me estoy sacando el carnet de conducir y esta siendo una maldita pesadilla. Espero que valga la pena cuando pueda ir atropellando a gente por la calle.
24- Mi libro favorito es y seguirá siendo la saga de Harry Potter. Y El Principito.
25- Tampoco me cansaría nunca de leer El ultimo catón, Marina, Marley y yo, Las ventajas de ser un marginado y La sombra del viento.
26- Por si algún lumbreras no lo ha notado aun... Me encanta leer. Y leerle a los demás.
27- Soy muy fan de Peter Pan. Sea del libro, de la película... Uno de mis mejores regalos de navidad de este año fue la película de Descubriendo Nunca Jamás.
28- A lo tonto a lo tonto, me han operado 4 veces a lo largo de mi vida. El quirófano es mi casa.
29- Soy donante de sangre. Imagino que para compensar lo de las operaciones.
30- Me aburre muchísimo viajar en avión. Que si facturar, que si el policía imbécil, que siempre me toca sentarme al lado de Torrente... Y sin hablar de las restricciones y el limite de peso.
31- Soy propietaria de nada más y nada menos que de 4 cámaras. Una de vídeo, dos de fotos (una a pilas y la otra a batería) y una instantánea.
32- Trabajar con niños me da vida. No hay otro trabajo que me de la sensación de no trabajar.
33- Una de las cosas que más me indigna es que a día de hoy la gente todavía vea necesario salir del armario para ser aceptado por la sociedad. Ya ni hablemos de la mala hostia que me entra con los homofóbicos.
34- Me desespera un poco la gente quisquillosa con la comida. Me dan ganas de meterle el tenedor en la boca al grito de: "QUE ESTO TAMBIÉN SE COME!".
35- Papeles, libretas, carpetas, bolígrafos, lapices de colores... Yo entro a las papelerías atada y con bozal.
36- Amo el scrapbooking. Voy por mi tercer álbum y espero poder enseñaros algo próximamente.
37- Soy la persona más negada para la música y con menos oído de la historia.
38- Mi grupo de amigos nos conocemos desde los 3 años. A día de hoy no entiendo como seguimos juntos porque no tenemos casi nada en común. Pero nos queremos.
39- La vez que lo he pasado peor en mi vida fue el día que mi pareja conoció al grupo de amigos antes nombrado. 20 años de amistad dan para muchas batallitas que jamás deben ser contadas.
40- Lo cierto es que necesito más bien poco para ser feliz.

miércoles, 18 de febrero de 2015

El juego del mes: Circuito para coches

Después de dos meses, ya era hora de retomar esta sección.
Hoy os traigo un juego muy fácil de organizar, y que os juro que puede durar varios días enteros, así que si os pillan temporadas de nieve ya no tenéis excusa.

¿Qué se necesita?

Cinta de pintor o de carrocero.
Coches, tractores, camiones (...) de juguete.

¿Cómo se juega?

Es tan sencillo como pegar dos tiras de la cinta de carrocero, en paralelo, por todo el comedor, por encima del sofá, la alfombra, la mesa... Recordad que esta cinta se despega sin dejar marca de cualquier superficie, así que pegarla sin miedo. Es importante que las dos tiras terminen donde han empezado, creando un circuito cerrado para que los niños se entretengan. Os enseño un ejemplo:


Como veis, más fácil imposible, y la diversión está asegurada!


¿Quieres ver otros juegos? Sígueme...

miércoles, 11 de febrero de 2015

30 Cosas que pasan en tus primeros días como au pair

Hacia mucho tiempo que quería hacer una entrada de Gifs, y últimamente veo tanta chica que se va de au pair, que he decidido tratar el tema de los primeros días allí: con diferencia, son los peores que pasé como au pair (podéis leer la entrada de mi primera semana aquí). Por eso hay que tomárselo con humor.

Empecemos:

1- A la semana de irte, empiezas a hacer la maleta con muchísima felicidad.


2- Lo has intentado, pero no has conseguido una foto decente para la documentación.


3- Llegas al aeropuerto y te das cuenta de donde te has metido. A pesar de eso, intentas mantener la compostura.


4- Te subes al avión. Oh-Dios-mio-que-he-hecho.


5- Aterrizas en el aeropuerto de destino y tu sensación es la de llegar al matadero.


6- Conoces a la familia y es realmente incómodo.


7- Los niños te acosan y persiguen allá donde vayas.


8- La otra opción es que demuestren MUY educadamente su disconformidad con tu llegada.


9- Al empezar a trabajar te ves metida en situaciones en las que no sabes realmente como has llegado a ellas.


10- Los niños te engañan para jugar a cosas ligeramente extrañas.


11- Echas muchísimo de menos a todo el mundo y te pasas el día pegada al móvil.


12- No consigues adaptarte a tu nuevo horario.


13- Ni a los extraños hábitos alimenticios de tu familia de acogida.


14- Muchas veces se te pasa por la cabeza llamar a tus padres para decirles que te vuelves.


15- Piensas que todo lo haces mal y no sabes como hacerlo mejor. Crees que todos se dan cuenta de esto.


16- Intentas cocinar en tu nueva cocina...


17- Empiezas a leer cosas sobre educación infantil, quieres el manual para tratar con tus niños.


18- Ves a tus HP hacer las cosas que a ti te han prohibido y quieres matar.


19- A veces solo quieres huir de esa casa.


20- No consigues entender la actitud de amor-odio que los niños han adoptado contigo.


21- Pero estas tranquila, de verdad...


22- ... hasta que ves la primera rabieta de uno de tus niños.


23- Te preguntas realmente porque te has metido en semejante locura.


24- Todavía no has desecho tu maleta. Eso sería hacer definitivo tu traslado y estas todavía demasiado acojonada para dar ese paso.


25- Entonces llega tu primer fin de semana libre.


26- En ese momento te das cuenta que estas más solo que la una en ese lugar.


27- Buscas amigos desesperadamente. Y los encuentras. Probablemente también son au pairs.


28- Compartes tus penas con ellos y consiguen convencerte de aguantar hasta el final.


29- De repente todo te parece mucho más tranquilo y asequible. Quizá demasiado.


30- Llegas a la conclusión de que vas a poder con esto.